Fuente: Catholic net
Autor: Fernando Pascual
Una de las tácticas para promover la eutanasia consiste en crear "casos" sobre los que todos hablan.
En julio de 2008 la prensa relanzó, a nivel mundial, el caso de Eluana Englaro, una mujer italiana de 37 años que está en coma desde 1992.
Los jueces determinaron entonces que los tutores de Eluana pueden interrumpir la hidratación y la nutrición de Eluana y provocar así una muerte terrible: de hambre y de sed. La sentencia fue confirmada de modo "definitivo" el 13 de noviembre de 2008.
El caso sirve para alimentar el debate sobre la eutanasia. Se suceden, como en otros casos, las opiniones, los editoriales, las encuestas. Todo sirve para suscitar emociones y, en ocasiones, para ocultar la realidad sobre la mal llamada "muerte dulce".
Como el debate está en marcha, como la polvareda es enorme, busquemos al menos la respuesta a algunas preguntas que no podemos dejar de lado. En concreto, nos fijamos en tres preguntas.
La primera: ¿es lícito provocar la muerte de un enfermo? La respuesta es, simplemente, no. Porque provocar la muerte, hacer actos destinados a matar, es siempre un crimen. Aunque algún día existan leyes que permitan la eutanasia; aunque la sociedad, bien dirigida por algunos ideólogos, llegue a pensar que sí sería lícito. El crimen es siempre crimen, y el homicidio convertido en algo "legal" es uno de los mayores desórdenes en la vida de los pueblos.
La segunda: ¿cómo afrontar las peticiones de una familia o del mismo enfermo a favor de conseguir una "muerte digna"? Pues del mejor modo posible, es decir, con tratamientos paliativos y con un afecto sincero y constante. Así de sencillo y así de "fácil". Porque el tratamiento paliativo puede incluso realizarse en casa, y porque llevaría no sólo a "ahorrar" (¿no será el tema del dinero la verdadera causa de tantos esfuerzos a favor de la eutanasia?), sino a tratar de un modo mucho más humano al enfermo. Y porque donde el enfermo se siente querido y es tratado convenientemente las peticiones de eutanasia son prácticamente nulas.
La tercera, para que no divaguemos: ¿cómo muere una persona a la que se le deja de hidratar y de alimentar? Lo explica un médico italiano en una entrevista en la que trata el caso de Eluana Englaro:
"Hasta ahora Eluana no ha sufrido, al menos así lo establecen las evidencias científicas disponibles. Pero si se le interrumpe la alimentación y la hidratación, preparémonos a un nuevo caso Terri Schiavo.
Las úlceras que se le formarán en la piel, los labios resecos, las hemorragias, las convulsiones, la necesidad de morfina, como sucedió a Terri, todo esto ¿es un bien para Eluana?" (entrevista en Zenit, 10 de julio de 2008).
Casos como los de Eluana Englaro, Piergiorgio Welby, Terri (o Terry) Schiavo, Ramón Sampedro, Nancy Cruzan... deberían ser tratados con el respeto que merece cualquier vida humana en sus últimos momentos.
A la vez, se deberían mantener en pie los criterios básicos de la medicina y de la justicia.
La medicina sabrá ayudar y alivar al enfermo en todo aquello que sea proporcionado y útil para su situación; a la vez, sabrá renunciar a lo "excesivo" cuando sólo lleve a alargar la agonía y a aumentar los dolores, mientras que ofrecerá siempre lo mínimo necesario (tratamiento del dolor, alimentación, hidratación, limpieza). No es un acto médico matar a un enfermo en coma a base de hambre y de sed, sino un homicidio lento, aunque esté amparado por varias sentencias de los jueces.
La justicia, por su parte, velará para que nunca haya seres humanos que puedan decretar la muerte de los enfermos, y promoverá sistemas sanitarios donde los tratamientos paliativos no sean un lujo de algunos privilegiados, sino el esfuerzo sincero de la sociedad para cuidar y atender de la mejor manera posible a quienes se encuentran en las últimas etapas de su existencia terrena.
Una actualización: en la madrugada del 3 de febrero de 2009, Eluana Englaro fue trasladada desde una clínica de Lecco donde era atendida por dos religiosas a una clínica de Udine.
En ella 15 voluntarios (repito, 15 voluntarios) se encargarán de "suspenderle" la hidratación y la nutrición para provocar una muerte lenta... Todo con el apoyo de algunos jueces y del padre de Eluana, que ha luchado durante años para terminar con la vida de su hija.
El gobierno italiano, contrario a este dramático final, parece tener las manos atadas ante lo decidido por los tribunales...
De este modo se ha hecho patente cómo la actividad de los órganos de "justicia" puede convertirse en un instrumento de muerte y de prepotencia en manos de los fuertes y en contra de los más débiles. Eluana es una discapacitada a la que le será negada la asistancia básica, simplemente porque su existencia ha sido declarada "no digna".
Desenlace del caso Eluana Englaro |
Publicado por David Rodríguez-Arias |
Martes 10 de Febrero de 2009 14:36 |
Giuseppe Englaro: "Soy el único responsable" El padre de Eluana quiere dejar claro que ha sido él quien "ha llevado esta historia hasta el fin" y que en el momento de la muerte de su hija "sólo quería estar solo" EFE - Roma - 10/02/2009 11:42 Giuseppe Englaro, padre de Eluana quien murió ayer tras 17 años en estado vegetativo, asegura que "quiero que se sepa que yo soy el único responsable, he sido yo que el que ha llevado esta historia hasta el fin", según recoge hoy el diario Il Corriere della Sera.Eluana Englaro falleció ayer hacia las 20.00 horas local (19.00 GMT) en la casa de reposo "La Quiete", en la norteña ciudad de Udine, mientras el Senado debatía un proyecto de ley para prohibir la suspensión de la nutrición e hidratación que la mantenía con vida. El responsable del equipo de voluntarios que llevaban el protocolo médico que pondría fin a la vida de Eluana, el anestesista Amato De Monte, fue el que avisó por teléfono a Englaro. "Sólo quiero estar solo", respondió el hombre. Deterioro evidenteSegún los medios de comunicación italianos, que lo llamaban por teléfono, Giuseppe Englaro respondía con la misma frase y le oyeron llorar por primera vez en los once años de batalla legal por la eutanasia de su hija. Giuseppe Englaro aseguró que "si mucha gente viera una fotografía de Eluana en la actualidad se callarían, pero no lo haré jamás". Los médicos no se imaginaban el deterioro que había sufrido EluanaSegún Il Corriere, Eluana pesaba 40 kilogramos, los brazos y las piernas las tenía encogidas, podía yacer sólo de lado porque con el vientre hacia arriba podía ahogarse por los líquidos que le fluían de un estómago atrofiado. Permanecía apoyada sobre el lado derecho del cuerpo lo que le causaba llagas y laceraciones en la piel, que tenía hasta en la cara, agrega. Se le habían afilado las facciones del rostro y los párpados permanecían perennemente medio cerrados. Promesa cumplida Los inspectores del Ministerio de Sanidad que la visitaron el viernes pasado -según el diario- no se imaginaban el deterioro que había sufrido Eluana. Su padre añade además que "había hecho una promesa a Eluana y la he mantenido". La promesa -según Englaro- se la hizo a su hija antes del accidente de tráfico que la postró en 1992, cuando su amigo Alessandro sufrió otro siniestro similar. "Mi hija consideraba que estar así era una barbarie""Cuando volvió de su última visita a su amigo en coma me dijo que no quisiera jamás encontrarse en una situación así y me hizo prometer que ocurriera lo que ocurriera, nunca la abandonaría en ese estado", dijo Giuseppe Englaro. "He soportado mucho en estos años, pero debo permanecer sólo, tengo muchas cosas en que pensar", subrayó. Su esposa Saturna, que actualmente está enferma de cáncer, también declaró en su día que "mi hija no aceptaba los cuidados sin fin y sin resultado, estar así lo consideraba una barbarie". |
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