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miércoles, 10 de febrero de 2010

¿Por qué se está promocionando fuertemente la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano?

¿Cuál es el problema de darle esta vacuna a las jóvenes? Gardasil tiene efectos secundarios
Autor: Joseph A. D´Agostino | Fuente: Population Research Institute
Parece que por ahora, los esfuerzos por obligar a todas las jóvenes norteamericanas a recibir una nueva e innecesaria vacuna con desconocidos efectos secundarios a largo plazo han perdido mucho de su fuerza Merck ha suspendido la campaña de vacunación obligatoria para las niñas del sexto grado como requisito para acceder a la escuela. Una fuerte resistencia pública se desató en muchos estados. Este curioso episodio en la historia de la salud pública norteamericana probablemente se repetirá muchas veces en la siguiente década y en la subsiguiente, pues la profesión médica viene lidiando con índices siempre crecientes de enfermedades sexualmente transmitidas en Estados Unidos.

En algunos Estados todavía continúan obligando a los padres a vacunar a sus niñas, pero generalmente se está dando a los padres la potestad de poder rechazar el programa de vacunación. Incluso en las provincias de Canadá han decidido aún no distribuir la vacuna a expensas del gobierno.

Hace cuarenta y cinco años se conocía sólo dos enfermedades de transmisión sexual (ETS) que se habían propagado en la población norteamericana, y estaban limitadas en gran parte a la población de alto riesgo como prostitutas y marineros. Hoy en día, son al menos 26 ETS.

El Papiloma virus Humano (HPV) está muy extendido entre adolescentes y mujeres sexualmente activas.
El Papiloma virus humano (Human Papillomavirus, HPV) es uno de ellos y está muy extendido entre adolescentes y mujeres sexualmente activas. Los científicos piensan que las cuatro variedades del HPV (existen otras además de éstas) incluidos en la vacuna de Merck causan el 70% de casos de cáncer cervical y el 90% de casos de verrugas genitales en los Estados Unidos. Entonces, ¿cuál es el problema de darle esta vacuna a las jóvenes?

Primero, implícitamente acepta como normal el estado de prácticas sexuales autodestructivas de las jóvenes actuales que está muy lejos de ser normal. Esto quiere decir que las adolescentes, tan pequeñas como las de 11 años, podrían estar acostándose por ahí y por lo mismo deben recibir esta vacuna llamada Gardasil, por precaución. En vez de gastar cientos de millones de dólares en inyectar a cada persona la vacuna HPV, una mejor estrategia sería enfrentar la cultura de la promiscuidad, especialmente desde que se sabe que Gardasil no hará nada por combatir otras peligrosas ETS que tanto niñas como adultas pueden contraer.

En segundo lugar, así como la mayoría de tratamientos médicos, Gardasil tiene efectos secundarios. El analista del Centro Nacional de Información en Vacunas (CNIV) Vicky Debold, RN, Ph.D., dice, "La mayoría de los efectos secundarios de Gardasil están relacionados con síntomas neurológicos. Las jóvenes que han sido vacunadas han experimentado severos dolores de cabeza, insomnio, pérdida temporal de la visión, problemas al hablar, debilidad, contracciones involuntarias del apéndice, debilidad muscular, dolor y adormecimiento en las manos y pies y dolor en las articulaciones. Algunas de las jóvenes han perdido la conciencia durante la vacunación, que primero parecen ser convulsiones." CNIV dice que han sido reportados 82 efectos adversos entre julio del 2006 y enero 2007 por el uso de Gardasil, lo que sugiere que los efectos secundarios serios son raros pero bastante desatendidos.

En tercer lugar, nadie sabe qué enfermedades a largo plazo podrían generar los efectos secundarios de Gardasil. Es simplemente demasiado nuevo y no se ha probado en una población grande.


¿Por qué algo tan nuevo, tan relativamente experimental, con efectos a largo plazo desconocidos fue tan rápidamente adoptado como obligatorio por algunos Estados?
Lo más curioso sobre Gardasil fue la pretensión de hacerla obligatoria alrededor del país en niñas de 11 y 12 años. ¿Por qué algo tan nuevo, tan relativamente experimental, con efectos a largo plazo desconocidos fue tan rápidamente adoptado como obligatorio por algunos estados como el Gobernador de Texas Rick Perry (R.). Para el Gobernador de Virginia Tim Kaine (D.) la vacunación también es considerada obligatoria. Ambos Estados permitirán a los padres optar si vacunan o no a sus hijos.

Obviamente, existe la conexión entre los lobbies y el dinero que las compañías tienen para la promover la droga. Pero existe un problema más trascendente: el dar por hecho que la promiscuidad sexual juvenil no se puede modificar y que sólo es posible reforzar las acciones para combatir las enfermedades resultantes. En esta misma lógica lobbysta, dan por hecho que no se puede ser cauteloso cuando se tiene a mano un tratamiento nuevo y prometedor. Sin embargo, se lograría mucho más si toda esa energía se dirigiera a mantener la pornografía lejos de los menores de edad o para tener a los estudiantes de secundaria de sexos opuestos lejos uno del otro cuando no haya la supervisión adecuada. Estas acciones que podrían combatir todas las ETS y a la vez reducir los embarazos en adolescentes simplemente se ignoran.

Puede darse el caso que para algunos padres tenga sentido darles la vacuna a sus hijas cuando creen que corren un alto riesgo por tener una vida sexualmente activa, y para las niñas y las mujeres jóvenes quienes planean acostarse por ahí y temen contraer cualquier ETS (con algo de suerte, las mayores de 12 años). De esa manera luego de diez o más años en que los efectos de la vacuna sean mejor conocidos, quizás haya la posibilidad de que la profesión médica pueda alentar, no obligar, el uso más extendido de la vacuna.

Lo lamentable es que no se actuó con la necesaria cautela, aún cuando es de sentido común. En vez de ello, se aplicó mano dura y la verticalidad gubernamental entró en juego inmediatamente. Esta actitud de la clase política y de las instituciones médicas norteamericanas no auguran nada bueno en los futuros esfuerzos por combatir la ola de infecciones sexuales entre la juventud norteamericana.

Joseph A. D´Agostino es Vice Presidente para las Comunicaciones del Population Research Institute.

Steve Mosher es el Presidente del Instituto de Investigación en Población (Population Research Institute), una organización sin fines de lucro dedicada a desmontar la falacia de la sobrepoblación en el mundo.
(c) 2008 Population Research Institute.
Permiso para reproducir concedido. Redistribución de forma extendida. Los créditos son necesarios.

Control de población para prevenir el cambio climático

Con el calentamiento global perdiendo credibilidad y el mito de la sobrepoblación cuestionado por las cifras demográficas, los alarmistas vuelven al ataque
Autor: Colin Mason | Fuente: Population Research Institute
La frase inicial del artículo de la revista médica británica "The Lancet" (1) pinta un panorama sombrío. Esta publicación, normalmente seria, informa sobre una nueva amenaza para la salud que "afectará a la mayoría de poblaciones en las próximas décadas y pondrá en grave riesgo la vida y bienestar de miles de millones de personas."

¡Miles de millones, no menos! Si "miles de millones de vidas" están en riesgo. Dado que existen menos de 7 mil millones de nosotros en el planeta, esto significa que, dándole alguna proporción a esta frase, por lo menos la mitad estamos en peligro de morir.

¿Pero a qué se refieren precisamente? ¿De una versión aerotransportada del VIH/SIDA? ¿De una nueva cepa de gripe aviar más virulenta? ¿De una arma biológica mortal que de alguna manera escapó del laboratorio?

Si pensó en algo de esto, lamentamos decirle que está totalmente equivocado. La realidad es que los autores de este artículo en "The Lancet" no están hablando de alguna nueva pandemia en absoluto. Más bien, el riesgo de nuestras vidas al que hacen referencia vendría de un posible incremento en la temperatura promedio de la superficie de la tierra de 2 grados centígrados para el año 2100.

No se atrevan a soltar la carcajada

Porque los autores de "Managing the health effects of climate change" ("La Gestión de los efectos del cambio climático en la salud") están hablando muy, muy en serio.

De hecho, continúan informándonos de manera solemne que los daños del cambio climático para la salud serán aún más graves en latitudes altas, con la posibilidad de aumentar de 4 a 5 grados centígrados al norte de Canadá, Groenlandia y Siberia.

Por mi parte, no estoy asustado por la idea de que un poco de calor podría llegar a esas congeladas tierras del norte. Tampoco estoy muy seguro que sus esparcidos pobladores se opondrán a un descanso del frío que congela hasta los huesos, si tal aumento en la temperatura verdaderamente sucediera.

Sin embargo, tengo mis dudas al respecto, y no sólo por el comportamiento alocado de tantos fanáticos del calentamiento global. Hay muchas variables involucradas y nuestra prueba es tan superficial, que cualquier conclusión acerca del efecto de las actividades humanas en el clima de la tierra no es sólo prematura, también es probable que sea un error.

Me refiero a que si ni siquiera podemos predecir con exactitud como estará el tiempo de aquí a dos semanas. ¿Se supone que seamos capaces de calcular como estará el tiempo de aquí a un siglo? ¿Acaso nos están tomando el pelo?

La verdad es que más allá de ciertas frases muy mediáticas en pos de un conveniente alarmismo, los autores en realidad admiten no tener evidencia contundente. Si leemos cuidadosamente las mismas afirmaciones de los autores, entenderemos cuál es el tipo de certeza de sus "predicciones": La "política pública que responde al impacto del cambio climático en la salud pública tendrá que ser formulada en condiciones de incertidumbre, que dependerán de la escala y el tiempo en que sucedan los efectos, así como de su naturaleza, ubicación e intensidad." (p. 1694)

Sin embargo, este desconocimiento no les impide proponer vastos aumentos en los gastos del gobierno. Tampoco de dar razones para que poderosas instituciones internacionales nuevas junten fondos para "mitigar" y "adaptarse" al cambio climático mundial. Y por supuesto no dejan de hacer un enérgico llamado a incrementar los programas de control de población para "combatir el cambio climático."

Es más, este nuevo consorcio de teóricos del cambio climático y defensores del control de población se ven a sí mismos como el vanguardismo de un "nuevo movimiento que defiende la salud pública", arguyendo lo "urgentemente necesario" que es "adaptarse a los efectos del cambio climático en la salud."

Pero aún si vemos un ligero aumento de la temperatura global durante el próximo siglo, y creo que sobre este asunto no se ha llegado a un acuerdo científico concluyente, el desviar los inmensos recursos hacia posibles problemas de salud podría ocasionar un despilfarro de los recursos.

Uno de los subtítulos del artículo afirma que "el cambio climático es la más grande amenaza para la salud mundial del siglo 21". Y simplemente no es cierto.

Todos los que lean el artículo de "The Lancet" estarán muertos dentro de cien años, y les garantizo que no morirán de "cambio climático". Más bien, morirán de enfermedades infecciosas, de cáncer, de ataques cardiacos, de derrames cerebrales y otros.

Estas son las verdaderas amenazas para la salud de nuestra era. Estas son las amenazas a nuestras vidas y bienestar que deberían demandar nuestra atención y nuestros recursos, no unas vagas, imprevisibles e indirectas consecuencias para la salud por un supuesto "calentamiento global".

Al distraernos de amenazas más inmediatas para la salud, al retrasar el descubrimiento de curas para enfermedades que cuestan decenas de millones de vidas cada año en países pobres, esta gente nos está matando.

Pero, después de todo, quizás sea eso lo que quieren en el fondo.

1. Anthony Costello et al, "Managing the Health Effects of Climate Change," "The Lancet" 373: 1693-733. 16 de Mayo, 2009