CHAT con el Profe Alonso Carlos

jueves, 10 de diciembre de 2009

LA MORAL DEL ABORTO Y DE LA LEY QUE LO PENALIZA

(Lectura para reflexión en Ética y Valores, 1er. Sem. "A")

 

A la Suprema Corte de Justicia de la Nación:

Quienes firmamos este documento somos miembros de la comunidad filosófica mexicana, diferimos en muchas de nuestras opiniones filosóficas, pero estamos unidos en esta ocasión para manifestar nuestro apoyo a la reforma que legalizó la interrupción del embarazo antes de las doce semanas, aprobada en abril pasado por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Asimismo, queremos manifestar nuestro desacuerdo con los recursos de inconstitucionalidad presentados por la Procuraduría General de la República (PGR) y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) por considerar que carecen de sustento sólido. Nuestra opinión se basa en un análisis filosófico y ético de la cuestión relativa al estatuto moral del feto y de la ley que penaliza el aborto.

 

Argumentos

 

Cualquier análisis serio del problema del aborto tiene que distinguir entre:

(1) la moralidad del aborto, esto es, del acto por el cual se interrumpe un embarazo y

(2) la moralidad de la ley que penaliza esa interrupción. Éstas son cuestiones que se deben analizar independientemente, aunque la segunda depende en algún sentido de la primera.

 

La moralidad del aborto y el estatuto moral del feto

 

Quienes favorecen la penalización del aborto sostienen que un feto es un ser humano inocente y que, por lo tanto, es moralmente incorrecto matarlo. Todos estamos de acuerdo en que matar a un ser humano inocente es un acto inmoral. Sin embargo, no todos estamos de acuerdo sobre si el feto es un ser humano con todos los derechos, la dignidad y el valor que tienen los seres humanos ya nacidos. Los juicios que hagamos acerca de la moralidad del aborto dependerán esencialmente de cómo concibamos qué es un ser humano y qué le da un valor especial a la vida humana. Las respuestas a estas cuestiones son complejas, pueden ser diversas y ninguna de ellas puede arrogarse la prerrogativa de ser la única válida o razonablemente aceptable. Algunas de estas respuestas son problemáticas y suelen estar implícitas en muchas de las opiniones que se han vertido en contra de la despenalización.

Veamos algunas de ellas.

 

(1) Para algunas personas, ser humano significa ser miembro de la especie Homo sapiens y tener el código genético de dicha especie, y dado que los fetos humanos satisfacen esa condición consideran que son seres humanos y que, por lo tanto, es inmoral abortarlos. Dejando de lado la cuestión de que todas nuestras células tienen el código genético humano y, sin embargo, no las consideramos "seres humanos", hay una dificultad adicional: el hecho de pertenecer a una determinada especie no basta para fundamentar ningún juicio moral. Esto es, si ser humano significa simplemente ser miembro de la especie  Homo sapiens o tener un determinado ADN, entonces, quienes con base en esto consideran inmoral el aborto tendrían que explicar por qué ese mero hecho es valioso o tiene alguna significación moral. Pertenecer a una especie o tener un código genético determinado, en sí mismos, no tienen ningún valor moral. Si eso es así, el hecho de que el feto tenga el ADN humano no puede servir como fundamento para juzgar inmoral el aborto. Quienes siguen esa línea de razonamiento tienen que aceptar que la defensa que hacen de la vida del feto se basa en una característica carente de valor moral y que, por lo tanto, no basta para mostrar que sea inmoral interrumpir un embarazo.

 

(2) Otras personas afirman que tenemos que respetar la vida del feto porque se trata de una "persona potencial"; es decir, sostienen que el feto es un ente que tiene el poder de convertirse en una persona hecha y derecha y que eso hace a su vida valiosa. Admitimos que es un hecho que a partir de la valoración que hacemos de las capacidades y características típicas de los humanos nacidos, podemos valorar derivadamente a los fetos. Sin embargo, el problema que plantea el argumento de quienes reprueban el aborto alegando que el feto es una persona potencial es que también tienen que admitir que es posible que el feto no llegue nunca a convertirse en una persona real (de hecho, un buen porcentaje de óvulos fecundados se pierde espontáneamente). Lo que tiene potencia para ser, según Aristóteles, también la tiene para no ser. Y si el feto no se convierte en una persona real (si se aborta) y, por lo tanto, no llega a tener en el futuro las características que confieren valor a las personas, entonces no hay nada en el presente de donde se pueda derivar su valor moral. Es además un hecho que en la vida cotidiana no otorgamos el mismo valor a las llamadas entidades potenciales que a las entidades reales, no juzgamos  igual a quien destruye un costal de semillas que a quien destruye un bosque. Por lo tanto, la muerte de un feto no puede equipararse con la muerte de una persona nacida. Así, argumentar que el feto es una persona potencial no necesariamente nos lleva a la conclusión de que es moralmente incorrecto abortar.

 

(3) Hay también quienes van más allá y afirman que el feto no es una persona potencial, sino que es una persona real —y que por eso el feto tiene derechos, como el derecho a la vida y otros—; sobre esa base se oponen a la despenalización del aborto. Algunos de quienes argumentan así arguyen que su concepto de persona es un concepto "científico", que la ciencia "demuestra" que el feto es una persona. Nótese, sin embargo, que el concepto de persona no forma parte de ninguna explicación de por qué o cómo ocurre ningún fenómeno natural específico y, en este sentido, no es un concepto que pertenezca a las ciencias naturales. Si les pedimos a quienes así argumentan que nos expliquen cuál es el concepto supuestamente científico de persona que fundamenta su posición vemos de inmediato que éste se reduce o bien al concepto de una entidad con el ADN humano o simplemente al de "persona potencial", lo cual, como argumentamos antes (en 1 y 2) es insuficiente para justificar la condena moral del aborto.

 

Por otro lado, debe subrayarse que el concepto de persona no puede ser un concepto científico debido a que tiene ingredientes normativos; no es meramente fáctico o descriptivo. Decir que algo es una persona es ubicarlo en una categoría de entidades que tienen al menos algunas propiedades mentales o psicológicas, las cuales pueden plantearnos exigencias morales. Tratar de derivar el concepto de persona de, por ejemplo, una determinada estructura de ADN o de otras propiedades biológicas es cometer una falacia: la falacia naturalista, que consiste en querer derivar valor moral a partir de propiedades puramente naturales.

 

Vayamos ahora a los argumentos positivos para apoyar que el aborto es moralmente permisible. Primero, la gran mayoría de los filósofos contemporáneos (así como muchos filósofos clásicos) coincidimos en que una persona es una clase especial de entidad a la que le podemos atribuir predicados psicológicos o mentales, por mínimos que éstos sean, como la capacidad de sentir dolor o placer, frío o calor. Aunque es cierto que generalmente tenemos un concepto de persona mucho más rico y pensamos que las personas son seres capaces de tener conciencia y autoconciencia, seres que tienen capacidades que implican ciertos grados de racionalidad, que poseen la capacidad de interactuar con otros miembros de la comunidad de personas y de llevar a cabo acciones intencionales. Lo que hace que demos un valor especialmente importante a un ser humano es precisamente que le podemos atribuir toda una gama de predicados psicológicos, que van desde simples rasgos de sensibilidad hasta capacidades de pensamiento y emotivas muy complejas.

 

Segundo, dijimos antes que la ciencia no puede entregarnos un concepto de persona, lo que sí puede decirnos es a partir de cuándo podemos afirmar que se empiezan a desarrollar dichas capacidades mentales. Los avances científicos en neurofisiología y en desarrollo embrionario nos permiten afirmar con toda certeza que a las doce semanas de embarazo la formación del cerebro se encuentra apenas en sus etapas iniciales, y no se han desarrollado aún ni la corteza cerebral ni las conexiones neurofisiológicas indispensables para que se le puedan atribuir al feto sensaciones o algún tipo de conciencia. Y si a las doce semanas de gestación no podemos decir que el feto tenga ninguna característica mental, tampoco podemos sostener que sea una persona y que por lo tanto tenga derechos. Mucho menos razonable aún resulta considerar que el cigoto es persona y que por lo tanto se le pueden atribuir derechos a partir del momento de la concepción.

 

Por todo lo anterior, sostenemos que la interrupción del embarazo realizada antes de las doce semanas de gestación es moralmente permisible. Durante ese período no existe ningún conflicto entre los supuestos derechos del feto y los derechos efectivos de la mujer.

 

Estamos conscientes de que quienes están en contra de la despenalización pueden,  por encima de los argumentos ofrecidos, no aceptar nuestra afirmación de que el feto, a las doce semanas, no es una persona y que por lo tanto no tiene derechos. Tal vez esto no se puede "demostrar" más allá de los argumentos razonables que hemos ofrecido. Lo que hace tan difícil el asunto del aborto es que quienes, como nosotros, juzgan que el embrión y el feto de hasta doce semanas no es en absoluto una persona, y que el aborto realizado dentro de ese plazo no es un crimen, no logran convencer a quienes piensan de otra manera, por más sólidos que sean los argumentos que ofrezcamos. Conjeturamos que detrás de su negativa a aceptar nuestros argumentos hay una convicción de índole personal o religiosa que es impermeable a cualquier argumentación. Un Estado democrático y laico no puede aceptar una legislación influida por ese tipo de convicciones.

 

Los recursos de inconstitucionalidad presentados por la CNDH y la PGR carecen de un fundamento sólido, pues para sostenerse deberían, antes que nada, demostrar fehacientemente que el feto es una persona. Si a lo largo de la historia los más grandes pensadores no han logrado semejante cosa, es ingenuo pensar que el Estado, la PGR o la CNDH puedan demostrarlo.

 

Por todo lo anterior, creemos que las leyes que penalizan el aborto no pueden sino verse como un ejercicio ilegítimo de poder.

 

La moralidad de la ley que penaliza el aborto

 

Hay dos perspectivas morales particularmente relevantes para emitir juicios sobre la moralidad de la ley que penaliza el aborto: una que tiene en cuenta las consecuencias que tiene la ley, y otra que se centra en los derechos de la mujer que la penalización infringe. Ambas nos dan conclusiones muy similares acerca de la inmoralidad de la ley y a favor de la despenalización del aborto.

 

Consecuencias negativas de la ley. Una ley que es ineficaz porque no logra cumplir su objetivo y que tiene más consecuencias negativas que positivas es una mala ley. Si las consecuencias, además, son graves para el bienestar de la comunidad, será una ley inmoral. La ley que penaliza el aborto tiene más consecuencias negativas que positivas: en la mujer que quiere abortar, en la criatura no deseada y en la sociedad en general.

 

La penalización no impide que se sigan realizando abortos, simplemente orilla a las mujeres a la clandestinidad y tiene consecuencias graves para su salud. Los abortos clandestinos son practicados por personal no calificado y muchas veces en condiciones riesgosas e insalubres, que terminan ocasionando esterilidad y, a veces, la muerte de la mujer. Según cifras oficiales, el aborto constituye la tercera causa de mortalidad materna en nuestro país.

 

Es claro que la penalización del aborto no reduce el número de abortos, en cambio, la experiencia de países como Holanda, Suecia, Dinamarca o Italia muestra que la despenalización contribuye a una reducción de abortos, dado que posibilita programas y políticas públicas de orientación a las mujeres que deciden abortar. Por ello, creemos que un modo de reducir el número de abortos que se realizan en el país es suprimir las leyes que lo criminalizan.

La ley que penaliza el aborto es una ley discriminatoria y ahonda las desigualdades sociales. Afecta especialmente a las mujeres pobres, que no tienen los medios para practicarse un aborto en condiciones médicas adecuadas, como sí lo tienen mujeres con recursos, que abortan en condiciones óptimas. Las leyes que penalizan el aborto castigan a las mujeres por su falta de educación, su ignorancia, su desconocimiento de métodos anticonceptivos y, a fin de cuentas, su marginación. Así, las leyes las castigan por muchas cosas de las que ni siquiera son responsables, por eso consideramos que es una ley injusta.

 

La penalización también tiene efectos negativos para la criatura y para la sociedad. Si es cierto que la mayoría de las mujeres que recurren al aborto son pobres, también lo es que no tendrán los recursos económicos para criar al hijo adecuadamente y darle algún tipo de educación formal. Muchos de estos niños pasarán a formar parte de los llamados "niños de la calle". Un hijo no deseado padecerá además serias carencias afectivas.

 

Por las consecuencias negativas que tiene, pensamos que la ley es inmoral. Si concebimos a la moralidad como un sistema de valores y normas tendiente a promover, entre otras cosas, el bienestar de los individuos dentro de una sociedad y de la sociedad misma en su conjunto, entonces las leyes que penalizan el aborto no promueven ese bienestar.

 

La ley y los derechos de la mujer. La mujer tiene los mismos derechos que cualquier agente autónomo. Penalizar el aborto significa no reconocer este hecho. Significa no reconocer que las mujeres tienen derechos a decidir sobre su propio cuerpo, a decidir cuándo y cuántos hijos tener, y a planear libremente su futuro y realizarlo. Ninguna otra ley requiere que un individuo sacrifique su libertad, su autonomía, su privacidad, su dignidad, su integridad corporal y su vida futura como lo hace la ley que criminaliza el aborto. Una ley que violenta todos estos derechos —que el resto de la legislación reconoce a los varones— es una ley discriminatoria e injusta, que contribuye a la opresión de la mujer. Un buen sistema legal tiene que reconocer la autonomía de todas las personas, promover una mayor igualdad, una mayor libertad y minimizar la discriminación. La ley que penaliza el aborto no debe formar parte de ese sistema.

 

 

 


sábado, 5 de diciembre de 2009

ANÁLISIS: Anti antiaborto? o reivindicación de derechos?

Periódico El Norte, lunes 30 de noviembre de 2009
Denise Dresser

Contragolpe

Se ve, se siente, se percibe, se padece. La reacción. La resaca. El acoso a las mujeres de México en ya 17 Estados del País que han decidido criminalizan el aborto. Y se dice que esta regresión es producto de una embestida contra el Estado laico, y del oportunismo político del PRI, y de los pactos de Beatriz Paredes con la jerarquía eclesiástica. Pero a pesar de que estas explicaciones tienen una parte de razón, oscurecen una verdad más profunda y más perversa.


En los últimos años las mujeres de este país han presenciado un poderoso contragolpe a sus derechos; han sido víctimas de un esfuerzo para retractar el manojo de victorias ganadas y avances logrados. Obtienen el derecho a decidir sobre sus propios cuerpos en el DF, y en otras latitudes se les castiga por ello. Al intento de independencia le sigue el macanazo; el empoderamiento va acompañado del encarcelamiento. El contragolpe no se da porque las mujeres hayan obtenido el pleno respeto a sus derechos, sino porque insisten en esa posibilidad.


Y no proviene tan sólo de la colusión de los líderes políticos del PAN y del PRI con la jerarquía católica. Se ve reflejado en el silencio cómplice del Congreso, en el silencio ominoso de la mayor parte de los medios masivos de comunicación, en la posición paternalista de gobernadores que quieren confinar a las mujeres a hospitales psiquiátricos para protegerlas de sí mismas.


Detrás de cada ley restrictiva, de cada condena impuesta, de cada derecho cercenado hay un esfuerzo concertado para regresar a las mujeres a un lugar "aceptable" -ya sea la cocina o la cama o el cabús o el asiento de atrás-. Por eso se les discrimina, se les acuchilla, se les apedrea, se les apuñala, se les asfixia, se les estrangula. Por eso un número creciente de estados prohibe el aborto aún en casos de incesto o violación o riesgos de salud para la madre. Porque las mujeres han empezado a ocupar espacios prohibidos, a reclamar derechos ignorados, a exigir la equidad, a salirse del rebaño.


Y a los hombres no les gusta. A los patriarcas les molesta el cambio del balance en el poder de las relaciones hombre-mujer. El subtexto escondido del movimiento antiabortista es uno de miedo, de ansiedad. Los diputados y los sacerdotes y los esposos claman por los fetos "asesinados", pero su dolor verdadero proviene de otro lugar. De la dislocación social y económica que sufren cuando las mujeres comienzan a independizarse, a trabajar, a ganar control de sus espacios y de sus vidas. Del poder que desata en una mujer la posibilidad de terminar con un embarazo no deseado de manera legal y segura. De la revolución en el comportamiento femenino que trae consigo la despenalización. Frenar el aborto se vuelve una forma de frenar a las mujeres que aspiran a la equidad. Impedir el derecho a decidir se vuelve una manera de impedir el derecho a ser.


Para poder trabajar, para poder educarse, para poder aspirar a más, una mujer necesita contar con la capacidad de determinar si y cuándo quiere tener hijos. Quienes buscan arrebatarle esa capacidad quieren ponerla en su lugar.


Un lugar de segunda categoría. Un lugar pasivo. Un lugar para callar, obedecer, sacrificar, servir la comida, esquivar el golpe. Un lugar tradicional para que legisladores y los jueces y los curas y los gobernadores y los machos y los mochos puedan dormir tranquilos. Las mujeres de 17 Estados en una República que se dice laica, convertidas en úteros inanimados donde flota el feto al cual se le debe proteger más que a quien lo carga dentro. Las mujeres de 17 Estados en un país que se dice democrático, obligadas a recurrir a agujas de tejer y clínicas clandestinas y condiciones insalubres, en busca de algo que el Estado no debería penalizar sino garantizar. El derecho a tomar decisiones propias sobre su cuerpo y sobre su sexualidad, sin la imposición de un esposo. Un padre. Un hermano. Un novio. Un sacerdote. Hombres tan asustados por el reconocimiento de ese derecho en el DF, que ahora buscan negarlo en cualquier otra parte.


La única manera de combatir el contragolpe será a través de la organización. La única forma de resistirlo será mediante la movilización. No importa cuanto tiempo tome, ni cuantas batallas se pierdan en el camino, ésta se ganará. Marchando, confrontando, transformando los términos del debate público, marcando la agenda e influenciando su evolución.


Las mujeres de México a veces parecen ignorar el peso de su presencia formidable o no saben cómo usarla. Pero pueden y deben actuar. Porque tienen derecho a derribar las paredes de su celda, a hacer historia. Porque la demografía y las condiciones del mercado laboral y el imperativo de construir un futuro mejor para sus hijas y los artículos 1 y 4 de la Constitución están de su lado. No importa cuantos pactos políticos suscriba Beatriz Paredes, o cuántas sanciones imponga la Iglesia católica, o cuántas reformas punitivas sean aprobadas por los congresos locales, nadie puede arrebatarle a las mujeres de México la justicia esencial de su causa. De nuestra causa.

viernes, 4 de diciembre de 2009

SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN


Carlos Fernández del Castillo Sánchez.
Director del Centro Mexicano de Ginecología y Obstetricia SC

QUINTA AUDIENCIA PÚBLICA
2008 / JUNIO /13

viernes, 27 de noviembre de 2009

BIOÉTICA Y SEGURIDAD DEMOGRÁFICA



La ambición de controlar la vida humana desde la concepción a la muerte es la máxima expresión del imperialismo integral.

Como vamos a ver, este imperialismo es metapolítico, ya que procede de una concepción particular del hombre. Las expresiones políticas y no políticas de este imperialismo no son más que las consecuencias perceptibles de esta antropología. Esto nos va a llevar a aclarar la dimensión totalitaria de este imperialismo, cuyos efectos todavía no se han mostrado en su totalidad.

Para analizar la génesis de este imperialismo que está naciendo ante nuestros ojos, vamos a partir de la ideología de la seguridad nacional.

Hacia la globalización

Desde el final de la guerra de 1939-1945, la diplomacia norteamericana ha estado grandemente dominada por el tema de los "dos bloques". Con ciertas variaciones de acento, este tema fundamental aparece bajo las etiquetas de guerra fría, enfrentamiento Este-Oeste, zona de influencia, coexistencia pacífica, deshielo, distensión, etc. Mas, con motivo de la crisis petrolífera de 1973, algunos círculos norteamericanos empiezan a percibir la importancia de otra división, la división Norte-Sur. El congreso de Bandung, en 1955, presentaba ya el aspecto de un manifiesto y, poco a poco, los CNUCED y las conferencias en la cumbre de países no alienados se imponen a la atención de los países industrializados: desde Ginebra (1964) a Belgrado (1989), se ha recorrido un camino apreciable. Durante todo este tiempo, el diálogo Norte-Sur se organiza y se institucionaliza; los países del Tercer mundo reivindican un Nuevo orden internacional.

En una obra publicada en 1970, Zbigniev Brzezinski había ya atraído la atención sobre el tema(1).La crisis petrolífera de 1973 juega el papel de un catalizador.

Si los países productores de petróleo pueden organizarse y amenazar las bases de la economía de los países industrializados, ¿qué ocurrirá si los países pobres productores de materias primas deciden ponerse de acuerdo e imponer sus condiciones a los países ricos?

Para conjurar el peligro, David Rockefeller, utilizando por cierto las tesis de Brzezinski, transpone a la división Norte-Sur las recomendaciones que su hermano había aplicado antes a la división Este-Oeste. Y lo que es más importante, generaliza además, al conjunto del mundo, una visión cuyo alcance, en 1969, estaba limitado, provisionalmente, al continente americano.

Desde esta perspectiva, David Rockefeller, respondiendo a una sugerencia explícita de Brzezinski, organiza la "Comisión Trilateral": los EE.UU., Europa occidental y el Japón deben ponerse de acuerdo frente al Tercer mundo, que parece querer organizarse y del que dependen los países industrializados para importar materias primas y energía, y para dar salida a sus productos (2).Y el Tercer mundo está en plena expansión demográfica.

La amenaza que pesa sobre la seguridad de los países ricos proviene, según ellos, de los países pobres. Las economías dependen ahora unas de otras, los pases ricos no deben devorarse entre sí, deben al contrario respaldarse; deben preservar e incluso acentuar sus privilegios.

Las empresas multinacionales aparecen aquí como un mecanismo esencial del sistema global de la dominación; llevan a cabo una industrialización que al mismo tiempo se encargan de limitar. Gracias a los centros de decisión e la metrópolis, hacen posible el control de los costos de mano de obra. Mantienen un chantaje basado en la amenaza del traslado de fábricas, en caso de que consideren exorbitantes las reivindicaciones de los trabajadores locales. Organizan la competencia y, al mismo tiempo, la controlan, ya que las relaciones de competencia quedan limitadas al mundo de los trabajadores, entre los que las desigualdades de retribución constituyen, a nivel mundial, un factor de división que hay que alimentar para seguir dominando. En suma, las multinacionales velan sobre sus mercados, protegen, en caso necesario, sus oligopolios, y vigilan y, en ocasiones, frenan el desarrollo económico de las naciones satélites.

Por su parte, la investigación científica deberá intensificarse y concertarse para garantizar el mantenimiento de un avance constante y decisivo con respecto a los países menos desarrollados. La alta tecnología será exportada con gran parsimonia, para que los países más avanzados en el camino del desarrollo no puedan competir con la producción sofisticada cuyo monopolio quieren conservar celosamente los países de la era postindustrial.

¡Multimillonarios de todos los países, uníos!

Se trata de construir un nuevo orden mundial, de tipo corporativista, lo que se ha hecho urgente -se asegura- en razón de la interdependencia de las naciones. Pero lo que sucedía ya a escala panamericana, se produce ahora a escala mundial: se pasa rápidamente de la interdependencia a la dependencia. Todos los países, en efecto, no presentan un mismo nivel de desarrollo; en razón de su presencia y compromisos en todo el mundo, los EE.UU. se consideran con derecho a arrogarse una misión de liderazgo mundial. A esta misión deben asociarse las naciones ricas y la clases ricas del mundo entero; la seguridad, su propia seguridad, debe constituir la preocupación común y predominante de los ricos. Esta preocupación justifica, por su parte, la constitución de un frente común mundial, una unión sagrada, si quieren conservar sus privilegios. Con respecto a este imperativo de seguridad común, todos los factores de divergencia entre ricos no tienen sino una importancia relativa o incluso secundaria.

Este frente común mundial sólo podrá articularse a partir de los EE.UU. y bajo su liderazgo. En razón de su desarrollo y de su riqueza, Europa occidental y Japón serán asociados, a título de aliados privilegiados, a la empresa de seguridad común. Todo ese bloque constituido por las naciones ricas deberá esforzarse en controlar el desarrollo en el mundo en general. La austeridad ha dejado de ser una virtud: es un deber. Frenar el crecimiento, frenar la capacidad de producción y practicar el maltusianismo económico se imponen tanto más -se nos dice- cuanto que hay que proteger el entorno amenazado por la contaminación. Y así, la justificación teórica del "crecimiento cero" vio la luz en 1972 en el Informe Meadows, y ha sido difundida por el Club de Roma, empresas ambas generosamente financiadas por el grupo Rockefeller(3).

Los países comunistas tampoco deberían quedar al margen de este proyecto de seguridad global. China merece una atención excepcional. Está probado -como ya hemos visto (4)- que la despiadada política demográfica llevada a cabo en China popular ha sido apoyada e incluso estimulada por algunos círculos norteamericanos y occidentales inquietos por la aparición de un nuevo "peligro amarillo".

Los países del Tercer mundo deberán, pues, aceptar un programa "global". Como los países ricos necesitan sus recursos, estos países en vías de desarrollo no podrán sentirse irritados o escandalizados por el mantenimiento de antiguos métodos de explotación. Tendrán que admitir que su desarrollo habrá de hacerse bajo control; llegado el caso, podrá alabarse la virtud del compañerismo" podrán, por ejemplo, transferirse a su territorio algunas industrias contaminantes, declaradas indeseables en los países desarrollados. En cualquier caso, habrá que impedir que se organicen para esquivar la vigilancia de las naciones poderosas.

De todas maneras, al igual que existen límites para el crecimiento económico, también los hay para el crecimiento político. Así lo subrayaba Samuel P. Huntington en un Informe para la Comisión trilateral sobre la gobernabilidad de las democracias: "Hemos tenido que reconocer que existen límites potencialmente deseables para el crecimiento económico. E igualmente, en política, existen unos límites potencialmente deseables para la extensión de la democracia política."(5)

Estamos, pues, ante una formulación de alcance mundial del antiguo mesianismo norteamericano. Pero es indispensable señalar lo que esta formulación tiene de esencialmente nuevo y original: este mesianismo pretende, en efecto, atraerse el concurso no sólo de las naciones más ricas, sino también de las clases ricas de las sociedades pobres.

Se pone de relieve, ante los ricos del mundo entero, que los pobres constituyen una amenaza potencial o incluso actual para su seguridad.

De lo que se trata, en primer lugar es, desde luego, de proteger la seguridad de los EE.UU. o, más exactamente, de los ricos de los EE.UU.; pero también de la seguridad de los ricos de todos los países, a quienes se invita a constituir, bajo la dirección de los Estados Unidos, una unión sagrada cuya razón de ser y objetivo es el contener el despegue de la población pobre: "¡Multimillonarios de todos los países, uníos!"

Así reinterpretada, la doctrina de la contención resurge como el Fénix renace de sus cenizas. Son las tesis principales de esta doctrina las que inspiran el proyecto universalista actual de los EE.UU.,Europa occidental y Japón están asociados de manera especial a este proyecto a título de cómplices y de objetivos al mismo tiempo.

Una élite dominante internacional

La preocupación por la seguridad debe ser global. La seguridad, cuyo ámbito se dividía en varias partes, se percibe a partir de ahora como un todo: la seguridad es primeramente demográfica.

Esta nueva doctrina exige la utilización de instrumentos de acción eficaces. Estos instrumentos son de orden político, educativo, científico, económico y tecnológico. La libertad de iniciativa de las universidades y centros de investigación será orientada o incluso anulada, y su función crítica será muy disminuida. Las subvenciones estarán subordinadas a la complacencia con la que dichos organismos acepten plegarse a unos programas de investigación definidos por la minoría dominante (6).

Esta minoría concederá una gran importancia al estudio de los problemas ecológicos, pues de ese modo será posible convencer a los países satélites para que se resignen a la austeridad o a la pobreza: "Small is beautiful" (7). Esta misma minoría financiará las investigaciones sobre la reproducción, la fecundidad y la demografía, con el fin de desactivar la llamada "bomba P". Las universidades, convertidas en "repetidores", junto con los medios de comunicación, se encargarán de difundir por todo el mundo, dramatizándolas, las tesis maltusianas, tras las que se ocultan los intereses de las clases ricas (8). El programa de acción será conciso. Se pondrá de relieve la escasez de materias primas y la fragilidad del medio ambiente. Estos datos serán presentados como necesidades determinadas por la naturaleza, y el volumen de la población habrá de calcularse necesariamente de acuerdo con estos datos.

De esta forma se reúnen las condiciones fundamentales que caracterizan objetivamente a un régimen de tipo fascista. Para Juan Bosch, el "pentagonismo" era la explotación del pueblo norteamericano por una minoría norteamericana (9). En la actualidad, el pentagonismo se ha universalizado y la minoría dominante se ha internacionalizado.

Esta minoría estará constituida por "personas con recursos", que se sentirán halagadas al ser admitidas en grupos "informales", más o menos conocidos (como el grupo de Bilderberg, la Trilateral o el Club de Roma) u otros menos fácilmente identificables. Esta minoría se arrogará la misión de regentar el mundo y tendrá bajo control a todo un cuerpo internacional de intelectuales, ya sean cómplices o utilizados como instrumentos involuntarios, pero en todo caso poco clarividentes. No será necesaria la constitución de instituciones complejas, ni conseguir funciones representativas o cargos ejecutivos.

Una vez que haya adoptado la ideología de la seguridad demográfica, esta "élite" se apresurará a recurrir, con gran aplicación, a la táctica de la infiltración.

Un proyecto tan global y totalizador requiere necesariamente unos dispositivos jurídicos y políticos apropiados. En cuanto una "élite" acepta su propia "colonización ideológica", esta misma "élite" se separa del pueblo y pasa a ser capaz de todas las abdicaciones. A partir de entonces, puede ser utilizada como repetidor de un centro de poder de un tipo totalmente nuevo, que evocaremos para terminar.

Del Estado al Imperio totalitario

El imperio que está ahora construyéndose no tiene, en efecto, precedente alguno en la historia. El fascismo, el nazismo y el comunismo soviético son ejemplos perfectos de totalitarismos. En estos tres casos, el Estado transciende al ciudadano; es el enemigo del yo en todas sus dimensiones: física, psicológica y espiritual (10). Requiere de los individuos una sumisión perfecta y exige, si lo considera oportuno, que se le sacrifique la vida. Este Estado somete el matrimonio, la procreación, la familia y la educación a un control muy estricto.

Más concretamente, la familia queda sometida a una vigilancia particular, pues en ella es donde se forman las bases de la personalidad del niño. El Estado totalitario que conocemos en la historia actual se esfuerza, pues, en sustraer al niño de la influencia familiar y le proporciona una educación integral. Este Estado inhibe la capacidad personal de juicio y de decisión; instaura una policía de ideas; culpabiliza y adoctrina, desprograma y reprograma. Impone una nueva ideología, organiza el culto del jefe e instituye una nueva religión civil.

La experiencia totalitaria se origina dentro de un Estado particular que se convierte en trampolín de un proyecto imperialista. La misión este Estado particular será definida y `legitimada´ mediante la ideología totalitaria. El Estado particular no sólo es conocido, sino enaltecido. Y finalmente, una ideología supuestamente científica precipita en las tinieblas del oscurantismo a los que no se adhieran a la misma.

El proyecto imperialista y totalitario que está tomando cuerpo ante nuestros ojos incrédulos presenta unas características totalmente asombrosas si se le compara con las que marcaron los sueños imperiales de Mussolini, Stalin o Hitler. Este imperio naciente tiene de increíble que no procede esencialmente de las ambiciones de hegemonía de un Estado particular. Tampoco es la emanación de una coalición de Estados y, lo que es más, como ya hemos visto, le vienen muy bien las desigualdades, e incluso las divisiones entre naciones y hasta se ingenia en sacar partido de ellas. El imperio que está construyéndose es un imperio de clase que emana del consenso establecido, por encima de las fronteras, por la internacional de la riqueza.

Por tanto, en ausencia de un Estado de contornos visibles, en el marco de este imperialismo de clase, nadie sabe quién decide ni quién es responsable.

El lenguaje parece totalmente desconectado del sujeto que lo produce; todo es anónimo, impersonal y secreto. El productor del mensaje ideológico está oculto. No cabe, pues, someter el discurso al juicio personal: está listo para el consumo: frío, objetivo e imperativo.

Evidentemente, aún cuando estén ocultos, el discurso es producido por sujetos, y éstos lo producen con destino a otros sujetos llamados a consumirlo. Pero si el sujeto productor de la ideología rompiera el secreto que le ampara, no podría seguir reivindicando la impersonalidad y la objetividad puras. La dimensión subjetiva, utilitaria, interesada, hipotética de su discurso se pondría inmediatamente de manifiesto. El alcance supuestamente universal de su discurso, al igual que las pretensiones `científicas´ con que se reviste, aparecerían en seguida como lo que son: un engaño. El productor de ideología debe, pues, guardar el secreto: es omnipresente, pero inaprehensible.

De este modo, el secreto mismo introduce una falsedad en el núcleo del discurso. No existe diálogo entre personas que intercambian libremente sus juicios y sus proyectos con voluntad de claridad. Uno de los interlocutores quiere permanecer en la sombra y quiere que el destinatario de su discurso ignore su identidad y sus intenciones. Todo discurso está, pues, desde un principio, marcado por la voluntad de engaño de la persona que lo emite.

El lenguaje, que debería ser el prototipo de la mediación entre personas, se convierte en el medio por excelencia de la posesión de los demás. Como el sujeto productor de discursos no dice nunca quién es realmente, todo lo que dice está tachado de disimulo y engaño. Sus palabras se transforman en instrumentos de agresión contra la inteligencia y la voluntad de los destinatarios de las mismas. Este discurso violenta a las personas que lo reciben, reduciéndolas a la condición de receptáculos pasivos de una verdad venida de fuera, de depositarios de un saber alienado, alienante y hasta esotérico. De un saber supuestamente científico, cuya revelación ha sido hecha a sus iniciados, según éstos creen, gracias a su competencia, de un saber que les procura las bases del papel mesiánico que les corresponde para abrir por fin a la sociedad humana el camino de la felicidad…

¿Qué nuevos territorios quedan todavía por conquistar?

Las nuevas fronteras del imperialismo ya no son físicas; coinciden con las de la humanidad entera. No basta decir que hay que alienar al hombre, o que hay que poseerlo en todas las dimensiones de su yo. Lo que hay que hacer emerger es un hombre nuevo, completamente purgado de sus creencias pasadas, de su moral sexual, familiar, social, de su creencia en el valor personal de cada hombre y de su creencia en Dios, sobre todo en un Dios que se revela en la historia con el fin de asociar al hombre a su designio de creación, de salvación y de amor.

Nos encontramos así, en el nuevo imperialismo, ante la tercera característica del totalitarismo. El nuevo imperialismo, como vimos antes, no emana de un Estado particular, sino de la clase internacional de los ricos y pudientes. En cambio, como ya hemos dicho, este nuevo imperialismo está desprovisto de un "duce" o "jefe", pues los que lo fomentan cuidan de no dejarse ver. En cuanto al tercer punto, sin embargo, vamos a ver que la nueva clase imperial vuelve a las fuentes de la tradición totalitaria clásica: divulga una ideología donde se encuentra, según ella, el fundamento de su `legitimidad´.

La ideología de la seguridad demográfica.


La ideología en cuestión es la ideología de la seguridad demográfica (11). Según palabras de Marx, la ideología presenta siempre una imagen invertida de la realidad y procede siempre de una falsa conciencia. La ideología esconde siempre los intereses de sus autores. Los juicios que emite, y que constituyen la textura misma de la ideología, no pasan de ser hipotéticos. Y lo son incluso en dos sentidos: deben responder a una doble condición, que corresponde, a su vez, a la doble función que se espera de la ideología.

Debe, por un lado, disimular ante los ojos de los autores de la ideología las verdaderas razones de su propio discurso. La ideología está aquí al servicio de la mala fe del ideólogo. Concretamente, la ideología de la seguridad demográfica es una intelectualización que disimula, ante los ojos de la misma clase imperialista, las verdaderas razones que motivan su conducta e inspiran su discurso.

Por otro lado, esta ideología tiene por función el seducir a los que se invita -o fuerza- a adoptarla. Las mujeres que se hacen abortar y los pobres a los que se esteriliza son `programados´ para que hagan suyo el punto de vista que sobre ellos tienen los que desean su alienación.

De esta forma, la ideología de la seguridad demográfica significa el inicio de una doble perversión. Del lado de sus autores, engendra la doblez; son ellos las primeras víctimas de la racionalización que confeccionan. Y como le colocan a su construcción ideológica la etiqueta de la ciencia, se impiden el ir a buscar fuera de su propia construcción la luz que podría sacarles de la prisión espiritual que fabrican para otros, pero en la que ellos mismos se encierran. Del lado de los destinatarios, engendra el consentimiento a la propia sumisión y les confirma en su alienación.

Hasta el presente, nos encontramos ante la más peligrosa ideología imperialista totalitaria que ha conocido el mundo.

¿Una nueva humanidad?

Pero esto no es todo. La perversión esencial de esta ideología, de que son víctimas tanto sus autores como aquellos a los que va dirigida, es que procede por antífrasis: al mal le llama bien. Se niega la transgresión de la ley moral; la conciencia individual sólo puede referirse a sí misma o, más exactamente, a los intérpretes autorizados de la trascendencia social que le dicen lo que puede desear o debe querer.

Esta ideología sirve de fundamento a las instituciones políticas y jurídicas que le sirven .El derecho, por ejemplo, que debería, por definición, aplicar sus esfuerzos a la instauración de la justicia para todos, es objeto de una manipulación ideológica en provecho de la minoría dominante constituida por la internacional de la riqueza.

Mas si, como individuos, los miembros de la minoría dominante son generalmente inaprehensibles, no por ello es imposible hacerse una idea bastante clara sobre el espíritu que les anima. La identidad de esta nueva clase imperialista puede determinarse fácilmente remontando desde la ideología que produce y desde los destinatarios de la misma.

El discurso ideológico de la nueva clase imperialista tiene un contenido bastante burdo. Empieza afirmándose como principio el acontecimiento liberador de la muerte de Dios. Este principio es `liberador´ se nos dice, porque Dios impide la autonomía del hombre y su felicidad. Así pues, Dios debe morir, e incluso hay que ayudarle a morir, para que el hombre pueda vivir y tomar por fin su destino entre sus solas manos. Cumplida esta condición, la nueva humanidad puede nacer, y de este parto deben ocuparse los iniciados.

En este nacimiento, el papel de algunos médicos `ilustrados´ será determinante y, al mismo tiempo, contradictorio. A ellos corresponderá el denunciar las `creencias pasadas´, `precientíficas´, así como los `tabús´ que acompañan a dichas creencias. Son ellos quienes definirán esta tarea, pero su misión se fundará sobre la afirmación de esos mismos postulados (12). Necesitan una ideología para `legitimar´ su papel, pero son ellos los que definen el contenido de dicha ideología. Los tecnócratas médicos que regentan el nuevo imperio no se avergüenzan de semejante petición de principio. Pretenden que el objetivo que ha de procurarse a toda costa es la seguridad demográfica, pero es el imperativo de la seguridad demográfica el que se supone que funda la `legitimidad´ de la tecnocracia.

Con el apoyo valeroso de los demógrafos, los tecnócratas se disponen a asistir a la humanidad en el parto del `sentido´ de que su evolución es portadora. Están llamados a ejercer una nueva medicina: una medicina del cuerpo social más que del individuo (13). Una medicina que consiste en administrar la vida humana como se administra una materia prima; en constituir una nueva moral basada sobre el nuevo sentido de la vida; en penetrar en la política con el fin de engendrar una sociedad nueva; en derruir la concepción tradicional de la familia disociando, con una eficacia total, la dimensión amorosa y la dimensión procreadora de la sexualidad humana; en transferir a la sociedad la gestión de la vida humana, desde la concepción a la muerte; en proceder, con ello, a una selección rigurosa de los que serán autorizados a transmitir la vida: temas todos ellos que han sido dolorosamente experimentados en la historia, incluso reciente, pero que aquí se reactivan con energía y se integran en un cuadro lúgubre y mortífero.

Y en estos temas predominantemente neomaltusianos vienen a injertarse otros temas maltusianos clásicos. La felicidad de la sociedad humana -se nos dice- exige no sólo una selección cualitativa; requiere igualmente la determinación de unos límites cuantitativos. "Nosotros sabemos" que los recursos disponibles son limitados, y que una planificación realmente eficaz de la población mundial es condición indispensable para la supervivencia de la humanidad. "Nosotros sabemos" que esta necesidad es particularmente urgente en el Tercer mundo, donde puede observarse una trágica desproporción entre los recursos vitales y el crecimiento de la población.

Una nueva religión civil

La ideología imperialista pretende ser una ideología de oclusión de toda trascendencia que no sea la trascendencia social. El discurso en que se presenta es estrictamente hipotético, en el sentido que ha sido explicado más arriba: es el reflejo de la voluntad de los que lo emiten (14). Tiene una función utilitaria, pero no tiene valor de verdad. Es útil para los que lo emiten y se presenta como un lenguaje universal; pero es la imagen invertida de los intereses particulares de los ricos y de los poderosos.

No tiene ningún valor de verdad porque, en su principio mismo, se refugia en el aislamiento: el pensamiento se elabora en recintos cerrados al mundo exterior. Es la expresión más reciente de la antigua tradición cientificista, con una formulación orientada en provecho de las ciencias biomédicas. Sólo los métodos de esas ciencias pueden proporcionarnos -se nos asegura- unos conocimientos ciertos, y sólo estas ciencias pueden aportar al hombre la respuesta a sus interrogantes más radicales.

Este discurso cientificista ignora toda posible búsqueda filosófica -y con mayor razón teológica- de la verdad del hombre, la sociedad y el mundo. En particular, queda excluido todo discurso sobre un ser trascendente extramundano. La idea misma de una referencia creadora común a todos los hombres es declarada a priori sin sentido: es inútil considerarla siquiera. De ahora en adelante, una vez reconocida la muerte del padre, la fraternidad deja de ser posible y no hay una participación en una existencia recibida de un mismo creador. Sólo existe la voluntad pura. La sociedad se declara trascendente: una nueva religión civil ha nacido, un nuevo ateísmo político, un nuevo reino, cuyas divinidades paganas llevan por nombre poder, eficacia, riqueza, posesión y saber. Los que son ricos, sabios y poderosos demuestran, gracias a su triunfo sobre los débiles, que están justificados para ejercer un papel mesiánico. En ellos se encuentra en efecto, tanto la medida de sí mismos como la de los demás.

Esta ideología mesiánica y herméticamente laica, así como la moral del amo que le es inherente, exige que sus autores reprogramen a los demás hombres. Hay que programarlos física y psicológicamente; hay que planificar su producción y su educación; para ello, habrá que utilizar el hedonismo latente, y contar con la búsqueda del placer. Pero al mismo tiempo, habrá que alienar a las parejas, quitándoles toda responsabilidad en su comportamiento sexual. En suma, los tecnócratas médicos, piezas maestras de las fuerzas imperialistas, deberán ejercer un control total sobre la calidad y la cantidad de seres humanos.

Este discurso ideológico, que tiene la virtud de eliminar el sentido de la responsabilidad y la capacidad de acción en las personas, ejerce además la misma influencia en el plano de la sociedad. Para el Tercer Mundo, en particular, estas ideas son totalmente desastrosas.

Consisten en hacer creer que la pobreza es natural, que es una fatalidad estrictamente ligada a un exceso de crecimiento demográfico.

Junto a esa consideración cuantitativa, se insinuará también, siguiendo a Galton (1822-1911), que la pobreza de los pobres es la mejor prueba posible de su mediocridad natural. No hay que dejarles, pues, llenar el mundo, tanto por su propio bien como por el bien general. El uno y el otro recomiendan que el número de pobres sea calculado en función de la utilidad que representen (15).

Porque según la ideología que estamos examinando, la utilidad es el criterio único que debe tenerse en cuenta a la hora de admitir la entrada de un ser humano a la existencia. ¿Produce o consume bienes? ¿Produce beneficios o placer? Si las respuestas son negativas, el nuevo ser es nocivo: es un enemigo. Y como nada garantiza siquiera que, de ser útil lo seguirá siendo siempre, el ser humano constituye así una amenaza permanente para la seguridad de sus semejantes.

El panimperialismo totalitario…

Finalmente, y lógicamente, la ideología de la seguridad demográfica tiene por fundamento y término el punto de referencia único de la muerte. La ejecución del niño por nacer camufla la violencia de nuestra sociedad, tanto más cuanto que la materialidad de esta ejecución se realiza de manera furtiva (16).

El niño abortado es la víctima propiciatoria a la que se transfiere la violencia de nuestra sociedad. Es mi oponente, mi rival, es un obstáculo para mis intereses, para mi placer y para mi vida; es la causa de la pobreza, el obstáculo para el desarrollo. Va a desear lo que deseo, primero en el terreno del tener y luego en el terreno del ser. Va a surgir en la vida como mi doble: está de más; hay que suprimirlo.

Pero no se trata aquí de una violencia de menor cuantía, o de una violencia simbólica como las que aparecen en la historia de las civilizaciones y en la mitología. El niño muerto en el seno de su madre no es sacrificado: no se le hace sagrado para proteger la cohesión de la comunidad humana (17). Es ejecutado sin que la violencia sea expulsada de la sociedad humana. Pues una sociedad totalmente laica ha de desacralizarlo todo, incluida la vida, y desmitificarlo todo, incluida la víctima propiciatoria.

El sufrimiento y la muerte constituyen, en efecto, el absoluto sin sentido que justifica la rebelión contra el Padre. Por lo tanto, el niño al que se mata significa la destrucción del Padre. Su ejecución no conjura la violencia; anuncia al contrario mucha más violencia. Salvo una fuerza mayor, nada puede ni debe limitar mi fuerza. Y lo que es más grave, una de las funciones de la ideología es la de disimular esa violencia ilimitada sustrayéndola al control de la razón.

Así pues, la legalización del aborto señala la inminencia del retorno de un delirio irracional, disimulado bajo el camuflaje engañoso de una ideología de autoprotección.

La ideología neoimperialista de la seguridad demográfica puede, pues, considerarse bastante cercana de la ideología nazi; es, en realidad, en más de un sentido, una extrapolación de la misma. Mientras que el nazismo se presentaba como una nacional-socialismo, en el neoimperialismo actual los métodos se han refinado. No se trata ya de un imperialismo predominantemente militar, como entre los romanos, o predominantemente económico, como en la Inglaterra victoriana, se trata de un imperialismo de naturaleza claramente totalitaria.

Los ideólogos han hecho un esfuerzo notable para disimular mejor sus designios. El papel de la ideología se ha hecho más importante: la conquista y el dominio de los cuerpos pasa actualmente por el dominio de las inteligencias y de las voluntades, y viceversa. Estamos en presencia de un fenómeno nuevo: el panimperialismo, donde el control de las almas es tan importante como el de los cuerpos.

…y "metapolítico"

Y finalmente, como su inspiración directa es la forma más reciente del cientificismo, este panimperialismo es de naturaleza metapolítica: se esfuerza en hacer triunfar una nueva concepción de la vida humana en la que ésta sólo tiene sentido a la luz de la trascendencia social. El panimperialismo se caracteriza, en efecto y ante todo, por la concepción particular del hombre que está por encima del ámbito de lo político. En nombre de esa antropología, el nuevo imperialismo ocupa las estructuras que le son necesarias para su poder: políticas, científicas, económicas, informativas, jurídicas, militares, religiosas, etc. Todas estas estructuras transmiten el poder imperialista, como por hipóstasis, hasta los confines de la tierra.

El Estado totalitario clásico es todopoderoso dentro de sus fronteras, pero este poder está limitado por el poder de los demás Estados. Se encarna en un príncipe (o un gobierno) que puede identificarse, que es visible y, por lo tanto, alcanzable, expuesto a una posible agresión y, por lo tanto, destruible. Aquí, en cambio, la revolución parece imposible, pues el príncipe de este mundo se cuida bien de no desvelar su rostro (cfr. Juan y, 44). El imperio metapolítico aspira a una supremacía incondicional e incondicionada; no quiere conocer o reconocer ni iguales ni rivales.

Los medios de comunicación, que tienen una función de información, tienen también, en el marco de este proyecto totalizador, una función de ocultación indispensable. No se toleran los vaticinios de Casandra, a menos que se garantice que no serán tomados en serio. La información ha de ser tratada según los intereses de los que la producen y según los gustos de los que la consumen.

La colonización de la opinión debe tener efectos tranquilizadores en los unos y angustiantes en los otros. Lo único que de verdad importa es la seguridad de los pudientes; los débiles no tienen precio: los ricos pueden, pues, disponer de ellos a su antojo y exiliarlos fuera de las fronteras de la humanidad.

Los proyectos de la legalización del aborto no son, en suma, como hemos visto, más que la parte visible de un iceberg que oculta muchos peligros.

Nota: El Padre Michel Schooyans, PhD, PhLD, STD., es profesor de la Universidad de Lovaina.

Citas:

1. "Between two ages. America´s role in the technotronic era", Harmondsworth, Penguin, 1978. Nuestra exposición de las ideas de Brzezinski sigue muy de cerca esta obra.

2. En francés, la "Trilatérale" ha sido estudiada sobre todo en "Le Monde diplomatique". Véase, por ejemplo, de Diana Johnstone: "Les puissances économiques qui soutiennent Carter", no. 272 (noviembre de 1976), pp. 1,13 y ss.; de jean-Pierre Cot: "Un grand dessein conservateur pour l´Amérique", no. 282 (septiembre de 1977), pp. 2-3; de Pierre Dommergues, "L´essor du conservatisme américain", no. 290 (mayo de 1978), pp. 6-9.

3. Cfr. "Halte a la croissance".

4. Cfr., más arriba, p. 163.

5. Cfr., de Michel Crozier, Samuel P. Huntington y Joji Watanuki, "The crisis of democracy", Nueva York, New York University Press, 1975, p. 115.

6. Cfr. "Between two ages", pp. 9-12 y ss. Comentando las ideas de Brzezinski al respecto, Anthony Arblaster escribe: "It is depressing enough that intellectuals should be willing to accept the roles which Brzezinski foresees for them -specialists […] involved […] in government undertakings and house ideologues for those in power-. But the subordination of intellectuals to the state and its requirements does not occur only at the individual level. There is a strengthening tendency for the institutions within which […] most intellectuals now work, also to be shaped according to the particular political priorities of a particular government" ("Ideology and intellectuals", en: Knowledge and belief in politics, de Benewick y otros, pp. 115-129; la cita es de las pp. 123 y s.)

7. Alusión a la obra de E.F. Schumacher, "Small is beautiful. Economics as if people mattered", Nueva York, Perennial Library, 1975.

8. Cfr. Daniel Bell, "The end of ideology. On the exhaustion of political ideas in the fifties", Nueva York-Londres, Free Press Paperback, 1965.

9. Véase, de Juan Bosch, "El pentagonismo, sustituto del imperialismo", Madrid, Crónica de un siglo, 1968, y especialmente: pp. 18-21.

10. Sobre el totalitarismo, véase, de Jean-Jacques Walter, "Les machines totalitaires", Parí, Denoel, 1982; de Igor Chafarevitch, Le phénomene socialiste, París, Seuil, 1977; de Hannah Arendt, The origins of totalitarianism, Nueva York, Meridian Books, 1959.

11. Por su postura en materia de demografía, la Iglesia constituye una amenaza para la seguridad nacional de los EE.UU. Ésta es la tesis presentada con gran fuerza por un autor al que difícilmente puede tacharse de excesivo progresismo: Stephen D. Mumford, en: "American democracy & the Vatican. Population growth & national security"", Nueva York, Humanist Press, 1984. Complétese con: "Role of abortion in control of global population growth", de Stephen D. Mumford y Elton Kessel, en: "Clinics in obstetrics and gynaecology", t.13 (marzo de 1986), p. 19-31; sobre Kessel, véase, de L. Weill-Halle, L´avortement de papa, p.53.

12. Cfr., más arriba, p. 176.

13. Cfr., p. 123.

14. Cfr., más arriba, p. 112-118.

15. Cfr., pp. 166 y 178-181.

16. Cuanto menor es la percepción que de la víctima tiene el verdugo, menor es el control que éste tiene de su agresividad. Cfr., de Stanley Milgram, "Soumission a l´autorité. Un point de vue expérimental", París, Calmann-Lévy, 1984.

17. Cfr., de René Girard, "La violence et le sacré", París, Grasset, 1972.

lunes, 23 de noviembre de 2009

PREGUNTAS

7.-que sucede cuando una ley pierde vigencia?
8.-como se modifican las leyes?
9.-los legisladores pueden caer en incumplimiento de las normas jurídicas?
10.-cuales son las características de las leyes jurídicas?
11.-en que ocnsiste la promulgación de una ley?
12.-consideras que se realiza al 100% la impartición de justicia?
13.-como se podría cumplir al 100% las leyes jurídicas?
14.-que es legalidad?
15.-que es legitimidad?
16.-que es un código penal?
17.- da tres ejemplo de códigos de derecho.
18.- que es la jerarquía de las leyes?

lunes, 26 de octubre de 2009

ACTIVIDAD GENERACIONES DE DERECHOS HUMANOS.


 Que son los Derechos Humanos: Los derechos humanos son aquellos que gozamos, por el sólo hecho de ser personas, sin distinción social, económica, política, jurídica e ideológica.

 Los derechos en la historia El desarrollo del concepto de derechos humanos en Occidente, se remonta a los pensadores griegos y romanos, pero fue santo Tomás de Aquino quien desarrolló la teoría religiosa del "derecho natural", al cual deben subordinarse todas las otras leyes del Estado.

En los siglos XVII y XVIII, los filósofos de la Ilustración, Jean Jacques Rosseau, John Locke, el barón de Montesquiu, desarrollaron teorías sobre el derecho natural que proviniesen del uso de la razón y elaboraron, basándose en derechos individuales, normas sobre el Estado.

La " Declaración de los Derechos del Hombre y del ciudadano", enunciada por la Asamblea Nacional durante el proceso de la Revolución Francesa, aseguraba entre otros, los derechos de la libertad, igualdad y afirmaban el principio republicano de la soberanía popular.

Durante el siglo XX, la forma republicana de gobierno y los nuevos derechos que implicaba, fueron generalizándose en los nacientes estados americanos; ya los Estados Unidos la había adoptado en 1776.

En este siglo, además, apareció la idea de que estos derechos deberían ser consagrados como artículos del derecho internacional.

Los estados europeos fueron evolucionando hacia regímenes constitucionales, en los que se limitaba el poder de las monarquías, influidos por los principios de la Revolución Francesa.  Pero a principios del siglo XX, parecían que estos derechos eran inalcanzables para muchas personas afectadas por las guerras, el colonialismo, la ignorancia y la miseria.

En algunas partes del mundo surgieron gobiernos totalitarios, que violaban sistemáticamente estas facultades y se cometían atroces violaciones contra la dignidad humana, como los sucesos ocurridos durante la Primera y Segunda guerra mundial.  Surgió, entonces, la necesidad de una protección internacional de Derechos Humanos, para lo cual era fundamental crear una organización que tuviera como objetivo la defensa y control del cumplimiento de estos derechos.

De esta manera, el 24 de octubre de 1945, representantes de 50 países se reunieron en la ciudad de San Francisco, en Estados Unidos y redactaron la carta de las Naciones Unidas, que dio origen a esta organización internacional (ONU) destinada a ..."preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra, a reafinar la fe en los derechos fundamentales del hombre, a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio  de a libertad"...

Esta carta es un documento jurídico, obligatorio y sus disposiciones no pueden contradecirse por ninguno de los gobiernos de los estados que componen la organización.

Poco tiempo después, los delegados de cada Estado en la ONU, aprobaron el texto de "Declaración Universal de Derechos Humanos" , el 1 0 de diciembre de 1948.

Esta declaración no es una norma jurídica obligatoria, aunque con ella comienza la internacionalización de los derechos humanos, caracterizados por un consenso generalizado en la comunidad internacional, respecto de los cuales son derechos inherentes a la dignidad del hombre, sin distinción de raza, sexo, idioma o religión de las personas.

Posteriormente, la ONU aprobó diferentes documentos que se refieren a diferentes aspectos de los derechos humanos: la Declaración de los derechos del niño en 1959, la Declaración sobre la eliminación de la discriminación contra la mujer en 1967, el Pacto internacional de derechos civiles, políticos y el pacto internacional de derechos económicos, sociales y culturales en 1966, entre otros.

Si bien existe un Comité de Derechos Humanos en la ONU, que se ocupa de que estos pactos se cumplan, su eficacia es restringida ya que no existe legislación internacional que obligue a los gobiernos de los diversos estados, a proteger los derechos de las personas.  Pero las críticas y los informes ante la opinión pública mundial, son a veces modificadores de algunas situaciones.

Existen además numerosos pactos y declaraciones de organismos regionales, como el "Convenio europeo para protección de los Derechos Humanos y las libertades fundamentales", la "Declaración Americana de Derechos y Deberes del hombre" aprobado por la OEA en 1948, la conocida "Declaración de Bogotá " y la "Declaración Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Ricá" aprobada en 1969.

 Los Derechos Humanos

a-Composición:
La declaración Universal de los Derechos Humanos consta de 30 artículos, repartidos en 4 grupos de disposiciones:
Los primeros artículos proclaman que todos los seres humanos nacen libres e iguales … "en dignidad y derechos"…, y que estos derechos , les corresponden sin distinción de razas, color ,sexo, idioma, opinión política, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.
 

El segundo grupo, artículos del 3 al 21, consagra los derechos del individuo como miembro de colectividades, es decir, los derechos civiles y políticos de todos los seres humanos (derechos a la vida, a la libertad a contraer matrimonio, derechos a la nacionalidad, y de asilo entre otros)

El tercer grupo, artículos del 22 al 27, corresponde a los derechos económicos, sociales, culturales de todos los seres humanos, entre los que se incluyen por ejemplo el derecho al trabajo, a la educación, al disfrute del tiempo libre y a la seguridad social. -Un cuarto grupo, artículos 28 al 30, reconoce que toda persona tiene derecho a un orden social e internacional en el que los Derechos Humanos pueden realizarse plenamente y que cada persona tiene deberes y responsabilidades ante la col-nunidad en la que vive.

 b- Características:Distinguimos a los Derechos Humanos por tina serie de características que expresan que los derechos humanos son: -Universales: toda persona posee dignidad y nadie puede ser discriminado o excluido.

-Inalienables:  no se puede renunciar ni negociar estos derechos.  El Estado no puede disponer de los derechos de los ciudadanos. -Naturales: el origen de los derechos humanos es la propia naturaleza del hombre.

-lnviolables:    no pueden ser destruidos ni lesionados, porque atentaría contra la dignidad del hombre.

-Obligatorios:  deben ser respetados tanto por las personas como por los estados ,a pesar de que no existan leyes que los establezcan.

 -Indivisibles: si se suprime alguno de ellos, se pone en peligro la vigencia del resto de los derechos.

Jurídicamente, los derechos hs son facultades o prerrogativas que las normas constitucionales e internacionales reconocen a las personas para asegurar su dignidad, si¡ libertad y su igualdad.

Si no fueran respetados por los estados o por otras personas o grupos, el titular de esos derechos puede exigir que se cumplan a través del ejercicio de la ley.

 c-Clases de derechos:

La filosofía del derecho describe tres momentos históricos en la evolución de los derechos humanos.  Surgen en cada momento, pero no reemplazan a los anteriores sino que se agregan a esas categorías, por lo tanto se complementan.

-Derechos de primera Generación: se establecieron desde el siglo XVIII a principios del siglo XX.

Son los que consideran a la persona como individuo que está dotado de libertad y autonomía.  Dentro de estos derechos, el más importante es el derecho a la vida, constituyendo el fundamento básico de la prohibición de las torturas y humillaciones.

Otros derechos comprendidos en este conjunto son el derecho a la propiedad, al honor, a la libre expresión, a la libertad de conciencia, a la intimidad, entre otros.

-Derechos de segunda generación:  Desde fines del siglo XIX ya mediados del siglo XX se agregaron un conjunto de derechos económicos y sociales, que ya no consideran exclusivamente al individuo sino que lo sitúan en un grupo social determinado, sea por su actividad o por necesidad de protección especial como la ancianidad, la niñez, el desempleo, etcétera.

-Derechos de tercera generación: corresponden a los derechos de solidaridad, que son reconocidos a partir de la década de 1980.  Quienes los poseen son los sujetos colectivos como un pueblo, una nación, una etnia, una comunidad.

Se garantizan mediante la participación solidaria de todos los miembros de la sociedad o sea el Estado, las organizaciones no gubernamentales y públicas y  los individuos.

Estos derechos son, por ejemplo, el derecho al medio ambiente, al patrimonio común de la humanidad, a la paz, al desarrollo.

Todavía no tienen consagración legal en la mayoría de los países del mundo, pero comienzan a imponerse en diversos tratados internacionales.

 Violación de los derechos humanos

Si bien la Declaración de Derechos Humanos significó un avance muy importante, ya que se universalizó la concepción de la dignidad del hombre, no terminó con las violaciones de los derechos.

Actualmente se identifican como violaciones por acción, por omisión y por exclusión.

Las violaciones por acción se producen cuando se ataca la dignidad humana, por ejemplo, detenciones arbitrarias, ejecución sin juicio, secuestro, maltrato físico y moral.

Las violaciones por omisión se dan cuando los poderes de gobierno se muestran indiferentes ante situaciones críticas, como la miseria, la ignorancia.

Las violaciones por exclusión se desarrollan cuando hay marginación de los derechos, en los discapacitados, las mujeres, los niños, los pobres, los portadores de sida.

El grado de responsabilidad respecto a las violaciones de los derechos, alcanza a los que están implicados de alguna u otra manera en forma explícita, pero también a aquellos que no intentan ningún tipo de solución a las diferentes situaciones de la vida cotidiana.


sábado, 24 de octubre de 2009

LECTURA ÉTICA Y VALORES "PERSPECTIVA DE GÉNERO"


Perspectiva de género: sus peligros y alcances.
El género es una construcción cultural; por consiguiente no es ni resultado causal del sexo ni tan aparentemente fijo como el sexo.
Autor: Arbil.


Es claro que para esta nueva "perspectiva de género", la realidad de la naturaleza incomoda, estorba, y por tanto, debe desaparecer.

Esta perpectiva de género que se quiere imponer desde los organismos internacionales está en la misma línea contraria al orden natural como el antinatalismo.

"El género es una construcción cultural; por consiguiente no es ni resultado causal del sexo ni tan aparentemente fijo como el sexo Al teorizar que el género es una construcción radicalmente independiente del sexo, el género mismo viene a ser un artificio libre de ataduras; en consecuencia hombre y masculino podrían significar tanto un cuerpo femenino como uno masculino; mujer y femenino, tanto un cuerpo masculino como uno femenino".

Estas palabras que podrían parecer tomadas de un cuento de ciencia ficción que vaticina una seria pérdida de sentido común en el ser humano, no son otra cosa que un extracto del libro "Gender Trouble: Feminism and the Subversion of Identity" (El Problema del Género: el Feminismo y la Subversión de la Identidad") de la feminista radical Judith Butler, que viene siendo utilizado desde hace varios años como libro de texto en diversos programas de estudios femeninos de prestigiosas universidades norteamericanas, en donde la perspectiva de género viene siendo ampliamente promovida.

Mientras muchos podrían seguir considerando el término ´género´ como simplemente una forma cortés de decir ´sexo´ para evitar el sentido secundario que ´sexo´ tiene en inglés, y que por tanto ´género´ se refiere a seres humanos masculinos y femeninos, existen otros que desde hace ya varios años han decidido difundir toda una "nueva perspectiva" del término. Esta perspectiva, para sorpresa de muchos, se refiere al término género como "roles socialmente construidos".

La IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre la Mujer, realizada en setiembre de 1995 en Pekín, fue el escenario elegido por los promotores de la nueva perspectiva para lanzar una fuerte campaña de persuasión y difusión. Es por ello que desde dicha cumbre la "perspectiva de género" ha venido filtrándose en diferentes ámbitos no sólo de los países industrializados, sino además de los países en vías de desarrollo.

Definición del término género

Precisamente en la cumbre de Pekín, muchos de los delegados participantes que ignoraban esta "nueva perspectiva" del término en cuestión, solicitaron a sus principales propulsores una definición clara que pudiera iluminar el debate. Así, la directiva de la conferencia de la ONU emitió la siguiente definición:

"El género se refiere a las relaciones entre mujeres y hombres basadas en roles definidos socialmente que se asignan a uno u otro sexo".

Esta definición creó confusión entre los delegados a la cumbre, principalmente entre los provenientes de países católicos y de la Santa Sede, quienes solicitaron una mayor explicitación del término ya que se presentía que éste podría encubrir una agenda inaceptable que incluyera la tolerancia de orientaciones e identidades homosexuales, entre otras cosas. Fue entonces que Bella Abzug, ex-diputada del Congreso de los Estados Unidos intervino para completar la novedosa interpretación del término "género":

"El sentido del término ´género´ ha evolucionado, diferenciándose de la palabra ´sexo´ para expresar la realidad de que la situación y los roles de la mujer y del hombre son construcciones sociales sujetas a cambio".

Quedaba claro pues que los partidarios de la perspectiva de género proponían algo mucho más temerario como por ejemplo que "no existe un hombre natural o una mujer natural, que no hay conjunción de características o de una conducta exclusiva de un sólo sexo, ni siquiera en la vida psíquica". Así, "la inexistencia de una esencia femenina o masculina nos permite rechazar la supuesta ´superioridad´ de uno u otro sexo, y cuestionar en lo posible si existe una forma ´natural´ de sexualidad humana".

Ante tal situación, muchos delegados cuestionaron el término así como su inclusión en el documento. Sin embargo, la ex-diputada Abzug abogó férreamente en su favor:

"El concepto de ´género´ está enclavado en el discurso social, político y legal contemporáneo. Ha sido integrado a la planificación conceptual, al lenguaje, los documentos y programas de los sistemas de las Naciones Unidas los intentos actuales de varios Estados Miembros de borrar el término ´género´ en la Plataforma de Acción y reemplazarlo por ´sexo´ es una tentativa insultante y degradante de revocar los logros de las mujeres, de intimidarnos y de bloquear el progreso futuro".

El apasionamiento de Bella Abzug por incluir el término en Pekín llamó la atención de muchos delegados. Sin embargo, el asombro y desconcierto fue mayor luego que uno de los participantes difundiera algunos textos empleados por las feministas de género, profesoras de reconocidos Colleges y Universidades de los Estados Unidos. De acuerdo a la lista de lecturas obtenida por el delegado, las "feministas de género" defienden y difunden las siguientes definiciones:

· Hegemonía o hegemónico: Ideas o conceptos aceptados universalmente como naturales, pero que en realidad son construcciones sociales.

· Desconstrucción: La tarea de denunciar las ideas y el lenguaje hegemónico (es decir aceptados universalmente como naturales), con el fin de persuadir a la gente para creer que sus percepciones de la realidad son construcciones sociales.

· Patriarcado, Patriarcal: Institucionalización del control masculino sobre la mujer, los hijos y la sociedad, que perpetúa la posición subordinada de la mujer.

·Perversidad polimorfa, sexualmente polimorfo:
Los hombres y las mujeres no sienten atracción por personas del sexo opuesto por naturaleza, sino más bien por un condicionamiento de la sociedad. Así, el deseo sexual puede dirigirse a cualquiera.

· Heterosexualidad obligatoria: Se fuerza a las personas a pensar que el mundo está dividido en dos sexos que se atraen sexualmente uno al otro.

·Preferencia u orientación sexual: Existen diversas formas de sexualidad -incluyendo homosexuales, lesbianas, bisexuales, transexuales y trasvestis- como equivalentes a la heterosexualidad.

· Homofobia: Temor a relaciones con personas del mismo sexo; personas prejuiciadas en contra de los homosexuales. (El término se basa en la noción de que el prejuicio contra los homosexuales tiene sus raíces en el ensalzamiento de las tendencias homosexuales).

Estas definiciones fueron tomadas del material obligatorio del curso "Re-imagen del Género" dictado en un prestigioso College norteamericano. Asimismo, las siguientes afirmaciones corresponden a la bibliografía obligatoria del mismo:

"La teoría feminista ya no puede darse el lujo simplemente de vocear una tolerancia del ´lesbianismo´ como ´estilo alterno de vida´ o hacer alusión de muestra a las lesbianas. Se ha retrasado demasiado una crítica feminista de la orientación heterosexual obligatoria de la mujer".

"Una estrategia apropiada y viable del derecho al aborto es la de informar a toda mujer que la penetración heterosexual es una violación, sea cual fuere su experiencia subjetiva contraria".

Las afirmaciones citadas podrían parecer suficientemente reveladoras sobre la peligrosa agenda de los promotores de esta "perspectiva". Sin embargo, existen aún otros postulados que las "feministas de género" propagan cada vez con mayor fuerza:

"Cada niño se asigna a una u otra categoría en base a la forma y tamaño de sus órganos genitales. Una vez hecha esta asignación nos convertimos en lo que la cultura piensa que cada uno es -femenina o masculino-. Aunque muchos crean que el hombre y la mujer son expresión natural de un plano genético, el género es producto de la cultura y el pensamiento humano, una construcción social que crea la ´verdadera naturaleza´ de todo individuo".

Es así que para las "feministas de género", éste "implica clase, y la clase presupone desigualdad. Luchar más bien por desconstruir el género llevará mucho más rápidamente a la meta".

El feminismo de género

Pero en qué consiste el "feminismo de género" y cuál es la diferencia con el comúnmente conocido feminismo. Para comprender más a profundidad el debate en torno al "término género", vale la pena responder a esta pregunta.

El término "feministas del género" fue acuñado en primer lugar por Christina Hoff Sommers en su libro "Who Stole Feminism?" ("Quién se robó al Feminismo?"), con el fin de distinguir el feminismo de ideología radical surgido hacia fines de los ´60, del anterior movimiento feminista de equidad. Aquí las palabras de Hoff Sommers:

"El feminismo de equidad es sencillamente la creencia en la igualdad legal y moral de los sexos. Una feminista de equidad quiere para la mujer lo que quiere para todos: tratamiento justo, ausencia de discriminación. Por el contrario, el feminismo del ´género´ es una ideología que pretende abarcarlo todo, según la cual la mujer norteamericana está presa en un sistema patriarcal opresivo. La feminista de equidad opina que las cosas han mejorado mucho para la mujer; la feminista del ´género´ a menudo piensa que han empeorado. Ven señales de patriarcado por dondequiera y piensan que la situación se pondrá peor. Pero esto carece de base en la realidad norteamericana. Las cosas nunca han estado mejores para la mujer que hoy conforma 55% del estudiantado universitario, mientras que la brecha salarial continúa cerrándose".

Al parecer, este "feminismo de género" tuvo una fuerte presencia en la Cumbre de Pekín. Así lo afirma Dale O´Leary, autora de numerosos ensayos sobre la mujer y participante en la Conferencia de Pekín, quien asegura que durante todas las jornadas de trabajo, aquellas mujeres que se identificaron como feministas abogaron persistentemente por incluir la "perspectiva del género" en el texto, por la definición de "género" como ´roles socialmente construidos´ y por el uso de "género" en sustitución de ´mujer´ o de masculino y femenino. De hecho todas las personas familiarizadas con los objetivos del "feminismo de género", reconocieron inmediatamente la conexión entre la mencionada ideología y el borrador del "Programa de Acción" del 27 de febrero que incluía propuestas aparentemente inocentes y términos particularmente ambiguos.

Neo Marxismo:

En palabras de Dale O´Leary, la teoría del "feminismo de género" se basa en una interpretación neo-marxista de la historia. Comienza con la afirmación de Marx, de que toda la historia es una lucha de clases, de opresor contra oprimido, en una batalla que se resolverá solo cuando los oprimidos se percaten de su situación, se alcen en revolución e impongan una dictadura de los oprimidos. La sociedad será totalmente reconstruida y emergerá la sociedad sin clases, libre de conflictos, que asegurará la paz y prosperidad utópicas para todos.

O´Leary agrega que Frederick Engels fue quien sentó las bases de la unión entre el marxismo y el feminismo. Para ello cita el libro "El Origen de la Familia Propiedad y el Estado", escrito por el pensador alemán en 1884 en el que señala:

"El primer antagonismo de clases de la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase por otra, con la del sexo femenino por el masculino".

Según O´Leary, los marxistas clásicos creían que el sistema de clases desaparecería una vez que se eliminara la propiedad privada, se facilitara el divorcio, se aceptara la ilegitimidad, se forzara la entrada de la mujer al mercado laboral, se colocara a los niños en institutos de cuidado diario y se eliminara la religión.

Para las "feministas de género", los marxistas fracasaron por concentrarse en soluciones económicas sin atacar directamente a la familia, que era la verdadera causa de las clases.

En ese sentido, la feminista Shulamith Firestone afirma la necesidad de destruir la diferencia de clases, más aún la diferencia de sexos:

" asegurar la eliminación de las clases sexuales requiere que la clase subyugada (las mujeres) se alce en revolución y se apodere del control de la reproducción; se restaure a la mujer la propiedad sobre sus propios cuerpos, como también el control femenino de la fertilidad humana, incluyendo tanto las nuevas tecnologías como todas las instituciones sociales de nacimiento y cuidado de niños.

Y así como la meta final de la revolución socialista era no sólo acabar con el privilegio de la clase económica, sino con la distinción misma entre clases económicas, la meta definitiva de la revolución feminista debe ser igualmente -a diferencia del primer movimiento feminista- no simplemente acabar con el privilegio masculino sino con la distinción de sexos misma: las diferencias genitales entre los seres humanos ya no importarían culturalmente".

Cuando la Naturaleza estorba:

Es claro pues que para esta nueva "perspectiva de género", la realidad de la naturaleza incomoda, estorba, y por tanto, debe desaparecer. Al respecto, la propia Shulamith Firestone decía:

"Lo ´natural´ no es necesariamente un valor ´humano´. La humanidad ha comenzado a sobrepasar a la naturaleza; ya no podemos justificar la continuación de un sistema discriminatorio de clases por sexos sobre la base de sus orígenes en la Naturaleza. De hecho, por la sola razón de pragmatismo empieza a parecer que debemos deshacernos de ella".

Para los apasionados defensores del la "nueva perspectiva", no se deben hacer distinciones porque cualquier diferencia es sospechosa, mala, ofensiva. Dicen además que toda diferencia entre el hombre y la mujer es construcción social y por consiguiente tiene que ser cambiada. Buscan establecer una igualdad total entre hombre y mujer, sin considerar las naturales diferencias entre ambos, especialmente las diferencias sexuales; más aún, relativizan la noción de sexo de tal manera que, según ellos, no existirían dos sexos, sino más bien muchas "orientaciones sexuales".

Los mencionados promotores del "género" no han visto mejor opción que declararle la guerra a la naturaleza y a las opciones de la mujer.

Según O´Leary, las "feministas de género" a menudo denigran el respeto por la mujer con la misma vehemencia con que atacan el irrespeto, porque para ellas el "enemigo" es la diferencia.

Sin embargo, es evidente que no toda diferencia es mala ni mucho menos irreal. Tanto el hombre como la mujer -creados a imagen y semejanza de Dios- tienen sus propias particularidades naturales que deben ser puestas al servicio del otro, para alcanzar un enriquecimiento mutuo.

Esto no significa que los recursos personales de la femineidad sean menores que los recursos de la masculinidad; simplemente significa que son diferentes.

En tal sentido, si aceptamos el hecho de que hombre y mujer son diferentes, una diferencia estadística entre hombres y mujeres que participen en una actividad en particular, podría ser más que una muestra de discriminación, el simple reflejo de esas diferencias naturales entre hombre y mujer.

No obstante, ante la evidencia de que estas diferencias son naturales, los propulsores de la "nueva perspectiva" no cuestionan sus planteamientos sino más bien atacan el concepto de naturaleza.

Además, consideran que las diferencias de "género", que según ellos existen por construcción social, fuerzan a la mujer a ser dependiente del hombre y por ello, la libertad para la mujer consistirá, no en actuar sin restricciones indebidas, sino en liberarse de "roles de género socialmente construidos". En ese sentido, Ann Ferguson y Nancy Folbre afirman:

" las feministas deben hallar modos de apoyo para que la mujer identifique sus intereses con la mujer, antes que con sus deberes personales hacia el hombre en el contexto de la familia. Esto requiere establecer una cultura feminista revolucionaria auto-definida de la mujer, que pueda sostener a la mujer, ideológica y materialmente ´fuera del patriarcado´. Las redes de soporte contra-hegemónico material y cultural pueden proveer substitutos mujer-identificados de la producción sexo-afectiva patriarcal, que proporcionen a las mujeres mayor control sobre sus cuerpos, su tiempo de trabajo y su sentido de sí mismas".

Con dicho fin, Ferguson y Folbre diseñan 4 áreas claves de "ataque":

1) Reclamar apoyo económico oficial para el cuidado de niños y los derechos reproductivos.

2) Reclamarlibertad sexual, que incluye el derecho a la preferencia sexual (derechos homosexuales/lesbianos).

3) El control feminista de la producción ideológica y cultural (es importante porque la producción cultural afecta los fines, el sentido de sí mismo, las redes sociales y la producción de redes de crianza y afecto, amistad y parentesco social).

4) Establecer ayuda mutua: sistemas de apoyo económico a la mujer, desde redes de identificación única con la mujer, hasta juntas de mujeres en los sindicatos que luchen por los intereses femeninos en el trabajo asalariado.

Una buena excusa: La mujer

Luego de revisar la peculiar "agenda feminista", Dale O´Leary evidencia que el propósito de cada punto de la misma no es mejorar la situación de la mujer, sino separar a la mujer del hombre y destruir la identificación de sus intereses con los de sus familias. Asimismo, agrega la experta, el interés primordial del feminismo radical nunca ha sido el de mejorar directamente la situación de la mujer ni aumentar su libertad. Por el contrario, para las feministas radicales activas, las mejoras menores pueden obstaculizar la revolución de clase sexo/género.

Esta afirmación es confirmada por la feminista Heidi Hartmann que radicalmente afirma:

"La cuestión de la mujer nunca ha sido la ´cuestión feminista´. Esta se dirige a las causas de la desigualdad sexual entre hombres y mujeres, del dominio masculino sobre la mujer".

No en vano, durante la Conferencia de Pekín, la delegada canadiense Valerie Raymond manifestó su empeño en que la cumbre de la mujer se abordara paradójicamente "no como una ´conferencia de la mujer´" sino que "los temas debían enfocarse a través de una ´óptica de género´".

Así, dice O´Leary, la "nueva perspectiva" tiene como objeto propulsar la agenda homosexual/lesbiana/bisexual/transexual, y no los intereses de las mujeres comunes y corrientes.

Roles socialmente construidos:

Para tratar este punto, tomemos la definición de "género" señalada en un volante que fuera circulado en la Reunión del ComPrep (Comité Preparatorio de Pekín) por partidarias de la perspectiva en cuestión.

"Género se refiere a los roles y responsabilidades de la mujer y del hombre que son determinados socialmente.El género se relaciona a la forma en que se nos percibe y se espera que pensemos y actuemos como mujeres y hombres, por la forma en que la sociedad está organizada, no por nuestras diferencias biológicas".

Vale señalar que el término ´rol´ distorsiona la discusión. Siguiendo el estudio de O´Leary, el ´rol´ se define primariamente como: parte de una producción teatral en la cual una persona, vestida especialmente y maquillada, representa un papel de acuerdo a un libreto escrito. El uso del término ´rol´ o de la frase ´roles desempeñados´ transmite necesariamente la sensación de algo artificial que se le impone a la persona.

Cuando se sustituye ´rol´ por otro vocablo -tal como vocación-, se pone de manifiesto cómo el término ´rol´ afecta nuestra percepción de identidad. Vocación envuelve algo auténtico, no artificial, un llamado a ser lo que somos.

Respondemos a nuestra vocación a realizar nuestra naturaleza o a desarrollar nuestros talentos y capacidades innatos.

En ese sentido, por ejemplo, O´Leary destaca la vocación femenina a la maternidad, pues la maternidad no es un ´rol´. Cuando una madre concibe a un hijo, emprende una relación de por vida con otro ser humano. Esta relación define a la mujer, le plantea ciertas responsabilidades y afecta casi todos los aspectos de su vida. No está representando el papel de madre; es una madre.

La cultura y la tradición ciertamente influyen sobre el modo en que la mujer cumple con las responsabilidades de la maternidad, pero no crean madres, aclara O´Leary.

Sin embargo, los promotores de la "perspectiva de género" insisten en decir que toda relación o actividad de los seres humanos es resultado de una "construcción social" que otorga al hombre una posición superior en la sociedad y a la mujer una inferior. Según esta perspectiva, el progreso de la mujer requiere que se libere a toda la sociedad de esta "construcción social", de modo que el hombre y la mujer sean iguales.

Para ello, las "feministas de género" señalan la urgencia de "desconstruir estos roles socialmente construidos", que según ellas, pueden ser divididos en tres categorías principalmente:

· Masculinidad y Feminidad.- Consideran que el hombre y la mujer adultos son construcciones sociales; que en realidad el ser humano nace sexualmente neutral y que luego es socializado en hombre o mujer. Esta socialización, dicen, afecta a la mujer negativa e injustamente. Por ello, las feministas proponen depurar la educación y los medios de comunicación de todo estereotipo y de toda imagen específica de género, para que los niños puedan crecer sin que se les exponga a trabajos "sexo-específicos".

· Relaciones familiares: padre, madre, marido y mujer.- Las feministas no sólo pretenden que se sustituyan estos términos "género-específicos" por palabras "género-neutrales", sino que aspiran a que no haya diferencias de conducta ni responsabilidad entre el hombre y la mujer en la familia. Según Dale O´Leary, ésta es la categoría de "roles socialmente construidos" a la que las feministas le atribuyen mayor importancia porque consideran que la experiencia de relaciones "sexo-específicas" en la familia son la principal causa del sistema de clases "sexo/géneros".

· Ocupaciones o profesiones.- El tercer tipo de "roles socialmente construidos" abarca las ocupaciones que una sociedad asigna a uno u otro sexo.

Si bien las tres categorías de "construcción social" ya podrían ser suficientes, el repertorio de las "feministas de género" incluye una más: la reproducción humana que, según dicen, también es determinada socialmente. Al respecto, Heidi Hartmann afirma:

"La forma en que se propaga la especie es determinada socialmente. Si biológicamente la gente es sexualmente polimorfa y la sociedad estuviera organizada de modo que se permitiera por igual toda forma de expresión sexual, la reproducción sería resultado sólo de algunos encuentros sexuales: los heterosexuales. La división estricta del trabajo por sexos, un invento social común a toda sociedad conocida, crea dos géneros muy separados y la necesidad de que el hombre y la mujer se junten por razones económicas. Contribuye así a orientar sus exigencias sexuales hacia la realización heterosexual, y a asegurar la reproducción biológica. En sociedades más imaginativas, la reproducción biológica podría asegurarse con otras técnicas".

El objetivo: desconstruir la sociedad

Queda claro pues, que la meta de los promotores de la "perspectiva de género", fuertemente presente en Pekín, es el llegar a una sociedad sin clases de sexo. Para ello, proponen desconstruir el lenguaje, las relaciones familiares, la reproducción, la sexualidad, la educación, la religión, la cultura, entre otras cosas. Al respecto, el material de trabajo del curso Re-Imagen del Género, dice lo siguiente:

"El género implica clase, y la clase presupone desigualdad. Luchar más bien por desconstruir el género llevará mucho más rápidamente a la meta. Bien, es una cultura patriarcal y el género parece ser básico al patriarcado. Después de todo, los hombres no gozarían del privilegio masculino si no hubiera hombres. Y las mujeres no serían oprimidas sino existiera tal cosa como ´la mujer´. Acabar con el género es acabar con el patriarcado, como también con las muchas injusticias perpetradas en nombre de la desigualdad entre los géneros".

En tal sentido, Susan Moller Okin escribe un artículo en el que se lanza a pronosticar lo que para ella sería el "soñado futuro sin géneros":

"No habría presunciones sobre roles masculino o femenino; dar a luz estaría conceptualmente tan distante de la crianza infantil, que sería motivo de asombro que hombres y mujeres no fueran igualmente responsables de las áreas domésticas, o que los hijos pasaran mucho más tiempo con uno de los padres que con el otro. Sería un futuro en el que hombres y mujeres participen en número aproximadamente igual en todas las esferas de la vida, desde el cuidado de los infantes hasta el desempeño político de más alto nivel, incluyendo los más diversos tipos de trabajo asalariado. Si hemos de guardar la más mínima lealtad a nuestros ideales democráticos, es esencial distanciarnos del género Parece innegable que la disolución de roles de género contribuiría a promover la justicia en toda nuestra sociedad, haciendo así de la familia un sitio mucho más apto para que los hijos desarrollen un sentido de justicia".

Para ello, también proponen la "desconstrucción de la educación" tal como se lee en el discurso que la Presidenta de Islandia, Vigdis Finnbogadottir, diera en una conferencia preparatoria a la Conferencia de Pekín organizada por el Consejo Europeo en febrero de 1995. Para ella, así como para todos los demás defensores de la "perspectiva de género", urge desconstruir no sólo la familia sino también la educación. Las niñas deben ser orientadas hacia áreas no tradicionales y no se las debe exponer a la imagen de la mujer como esposa o madre, ni se les debe involucrar en actividades femeninas tradicionales

"La educación es una estrategia importante para cambiar los prejuicios sobre los roles del hombre y la mujer en la sociedad. La perspectiva del ´género´ debe integrarse en los programas. Deben eliminarse los estereotipos en los textos escolares y conscientizar en este sentido a los maestros, para asegurar así que niñas y niños hagan una selección profesional informada, y no en base a tradiciones prejuiciadas sobre el ´género".

Primer blanco, la Familia:

"El final de la familia biológica eliminará también la necesidad de la represión sexual. La homosexualidad masculina, el lesbianismo y las relaciones sexuales extramaritales ya no se verán en la forma liberal como opciones alternas, fuera del alcance de la regulación estatal en vez de esto, hasta las categorías de homosexualidad y heterosexualidad serán abandonadas: la misma ´institución de las relaciones sexuales´, en que hombre y mujer desempeñan un rol bien definido, desaparecerá. La humanidad podría revertir finalmente a su sexualidad polimorfamente perversa natural".

Esta palabras de Alison Jagger, autora de diversos libros de texto utilizados en programas de estudios femeninos en Universidades norteamericanas, revelan claramente la hostilidad de las "feministas del género" frente a la familia.

"La igualdad feminista radical significa, no simplemente igualdad bajo la ley y ni siquiera igual satisfacción de necesidades básicas, sino más bien que las mujeres -al igual que los hombres- no tengan que dar a luz La destrucción de la familia biológica que Freud jamas visualizó, permitirá la emergencia de mujeres y hombres nuevos, diferentes de cuantos han existido anteriormente".

Al parecer, la principal razón del rechazo feminista a la familia es que para ellas esta institución básica de la sociedad "crea y apoya el sistema de clases sexo/género". Así lo explica Christine Riddiough, colaboradora de la revista publicada por la institución internacional anti-vida Catholics for a Free Choice" ("Católicas por el derecho a elegir"):

"La familia nos da las primeras lecciones de ideología de clase dominante y también le imparte legitimidad a otras instituciones de la sociedad civil. Nuestras familias son las que nos enseñan primero la religión, a ser buenos ciudadanos tan completa es la hegemonía de la clase dominante en la familia, que se nos enseña que ésta encarna el orden natural de las cosas. Se basa en particular en una relación entre el hombre y la mujer que reprime la sexualidad, especialmente la sexualidad de la mujer".

Para quienes tienen una visión marxista de las diferencias de clases como causa de los problemas, apunta O´Leary, ´diferente´ es siempre ´desigual´ y ´desigual ´ siempre es ´opresor´. En este sentido, las "feministas de género" consideran que cuando la mujer cuida a sus hijos en el hogar y el esposo trabaja fuera de casa, las responsabilidades son diferentes y por tanto no igualitarias. Entonces ven esta ´desigualdad´ en el hogar como causa de ´desigualdad´ en la vida pública, ya que la mujer, cuyo interés primario es el hogar, no siempre tiene el tiempo y la energía para dedicarse a la vida pública. Por ello afirman:

"Pensamos que ninguna mujer debería tener esta opción. No debería autorizarse a ninguna mujer a quedarse en casa para cuidar a sus hijos. La sociedad debe ser totalmente diferente. Las mujeres no deben tener esa opción, porque si esa opción existe, demasiadas mujeres decidirán por ella".

Las "feministas de género" insisten en la desconstrucción de la familia no sólo porque según ellas esclaviza a la mujer, sino porque condiciona socialmente a los hijos para que acepten la familia, el matrimonio y la maternidad como algo natural.

Al respecto, Nancy Chodorow afirma:

"Si nuestra meta es acabar con la división sexual del trabajo en la cual la mujer maternaliza, tenemos que entender en primer lugar los mecanismos que la reproducen. Mi recuento indica exactamente el punto en el que debe intervenirse. Cualquier estrategia para el cambio cuya meta abarque la liberación de las restricciones impuestas por una desigual organización social por géneros, debe tomar en cuenta la necesidad de una reorganización fundamental del cuidado de los hijos, para que sea compartido igualmente por hombres y mujeres".

Queda claro que para los propulsores del "género" las responsabilidades de la mujer en la familia son supuestamente enemigas de la realización de la mujer. El entorno privado se considera como secundario y menos importante; la familia y el trabajo del hogar como "carga" que afecta negativamente los "proyectos profesionales" de la mujer.

Este ataque declarado contra la familia, sin embargo, contrasta notablemente con la Declaración Universal de los Derechos Humanos promulgada, como es sabido, por la ONU en 1948. En el artículo 16 de la misma, las Naciones Unidas defienden enfáticamente a la familia y al matrimonio:

1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia; y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio.

2. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse el matrimonio.

3. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado.

Sin embargo, los artífices de la nueva "perspectiva de género" presentes en la cumbre de la mujer pusieron al margen todas estas premisas y por el contrario apuntaron desde entonces la necesidad de "desconstruir" la familia, el matrimonio, la maternidad, y la feminidad misma para que el mundo pueda ser libre.

En cambio, los representantes de las principales naciones comprometidas con la defensa de la vida y los valores familiares que participaron en Pekín, alzaron su voz en contra de este tipo de propuestas, sobre todo al descubrir que el documento de la cumbre eliminaba arbitrariamente del vocabulario del programa las palabras "esposa", "marido", "madre", "padre". Ante tal hecho, Barbara Ledeen, Directora del Independent Women Forum, una organización de defensa de la mujer ampliamente reconocida en Estados Unidos, señaló:

"El documento está inspirado en teorías feministas ultra radicales, de viejo sello conflictivo, y representa un ataque directo a los valores de la familia, el matrimonio y la femineidad".

El Papa Juan Pablo II, por su parte, tiempo antes de la Conferencia de Pekín, ya había insistido en señalar la estrecha relación entre la mujer y la familia. Durante el encuentro que sostuvo con Gertrude Mongella, Secretaria General de la Conferencia de la Mujer, previo a la cumbre mundial, dijo:

"No hay respuesta a los temas sobre la mujer, que pueda pasar por alto la función de la mujer en la familia.

Para respetar este orden natural, es necesario hacer frente a la concepción errada de que la función de la maternidad es opresiva para la mujer".

Lamentablemente, la propuesta del Consejo Europeo para la Plataforma de Acción de Pekín fue completamente ajena a las orientaciones del Santo Padre.

"Ya es hora de dejar en claro que los estereotipos de géneros son anticuados: los hombres ya no son únicamente los machos que sostienen la familia ni las mujeres sólo esposas y madres. No debe subestimarse la influencia psicológica negativa de mostrar estereotipos femeninos".

Ante esta postura, O´Leary escribe en su informe que si bien es cierto que las mujeres no deben mostrarse únicamente como esposas y madres, muchas sí son esposas y madres, y por ello una imagen positiva de la mujer que se dedica sólo al trabajo del hogar no tiene nada de malo. Sin embargo, la meta de la perspectiva del ´género´ no es representar auténticamente la vida de la mujer, sino una estereotipificación inversa según la cual las mujeres que "sólo" sean esposas y madres nunca aparezcan bajo un prisma favorable.

Salud y derechos sexuales reproductivos

En la misma línea, las "feministas de género" incluyen como parte esencial de su agenda la promoción de la "libre elección" en asuntos de reproducción y de estilo de vida. Según O´Leary, "libre elección de reproducción" es la expresión clave para referirse al aborto a solicitud; mientras que "estilo de vida" apunta a promover la homosexualidad, el lesbianismo y toda otra forma de sexualidad fuera del matrimonio. Así, por ejemplo, los representantes del Consejo Europeo en Pekín lanzaron la siguiente propuesta:

"Deben escucharse las voces de mujeres jóvenes, ya que la vida sexual no gira sólo alrededor del matrimonio. Esto lleva al aspecto del derecho a ser diferente, ya sea en términos de estilo de vida -la elección de vivir en familia o sola, con o sin hijos- o de preferencias sexuales. Deben reconocerse los derechos reproductivos de la mujer lesbiana".

Estos "derechos" de las lesbianas, incluirían también el "derecho" de las parejas lesbianas a concebir hijos a través de la inseminación artificial, y de adoptar legalmente a los hijos de sus compañeras.

Pero los defensores del "género" no sólo proponen este tipo de aberraciones sino que además defienden el "derecho a la salud" que, en honor a la verdad, se aleja por completo de la verdadera salud del ser humano. En efecto, ignorando el derecho de todo ser humano a la vida, estos proponen el derecho a la salud, que incluye el derecho a la salud sexual y reproductiva. Paradójicamente, esta "salud reproductiva" incluye el aborto y por tanto, la "muerte" de seres humanos no nacidos.

No en vano, las "feministas de género" son fuertes aliadas de los Ambientalistas y Poblacionistas. Según O´Leary, aunque las tres ideologías no concuerdan en todos sus aspectos, tienen en común el proyecto del aborto.

Por un lado, los Ambientalistas y Poblacionistas, consideran esencial para el éxito de sus agendas, el estricto control de la fertilidad y para ello están dispuestos a usar la "perspectiva de género". La siguiente cita de la Division for the Advance of Women (División para el Avance de las Mujeres) propuesta en una reunión organizada en consulta con el Fondo de Población de la ONU, revela la manera de pensar de aquellos interesados primariamente en que haya cada vez menos gente que vea el "género":

"Para ser efectivos en el largo plazo, los programas de planificación familiar deben buscar no sólo reducir la fertilidad dentro de los roles de género existentes, sino más bien cambiar los roles de género a fin de reducir la fertilidad".

Así, los "nuevos derechos" propuestos por las "feministas de género", no se reducen simplemente a los derechos de "salud reproductiva" que como hemos mencionado ya, promueven el aborto de un ser humano no nacido, sino que además exigen el "derecho" a determinar la propia identidad sexual. En un volante que circuló durante la Conferencia de Pekín, la ONG International Gay and Lesbian Human Rights Commission (Comisión Internacional de los Derechos Humanos de Homosexuales y Lesbianas) exigió este derecho en los siguientes términos:

"Nosotros, los abajo firmantes, hacemos un llamado a los Estados Miembros a reconocer el derecho a determinar la propia identidad sexual; el derecho a controlar el propio cuerpo, particularmente al establecer relaciones de intimidad; y el derecho a escoger, dado el caso, cuándo y con quién engendrar y criar hijos, como elementos fundamentales de todos los derechos humanos de toda mujer, sin distingo de orientación sexual".

Esto es más preocupante aún si se toma en cuenta que para las "feministas de género" existen cinco sexos. Rebecca J. Cook, docente de Leyes en la Universidad de Toronto y redactora del aporte oficial de la ONU en Pekín, señala en la misma línea de sus compañeros de batalla, que los géneros masculino y femenino, serían una "construcción de la realidad social" que deberían ser abolidos. Increíblemente, el documento elaborado por la feminista canadiense afirma que "los sexos ya no son dos sino cinco", y por tanto no se debería hablar de hombre y mujer, sino de "mujeres heterosexuales, mujeres homosexuales, hombres heterosexuales, hombres homosexuales y bisexuales".

La "libertad" de los propulsores del "género" para afirmar la existencia de 5 sexos, contrasta con todas las pruebas científicas existentes según las cuales, sólo hay dos opciones desde el punto de vista genético: o se es hombre o se es mujer, no hay absolutamente nada, científicamente hablando, que esté en el medio.

Ataque a la Religión


Si bien las "feministas de género" promueven la "desconstrucción" de la familia, la educación y la cultura como panacea para todos los problemas, ponen especial énfasis en la "desconstrucción" de la religión que, según dicen, es la causa principal de la opresión de la mujer. Numerosas ONG acreditadas ante la ONU, se han empeñado en criticar a quienes ellos denominan "fundamentalistas" (Cristianos Católicos, Evangélicos y Ortodoxos, Judíos y Musulmanes, o cualquier persona que rehuse ajustar las doctrinas de su religión a la agenda del "feminismo de género"). Un video promotor del Foro de las ONG en la Conferencia de Pekín, producido por Judith Lasch, señala:

"Nada ha hecho más por constreñir a la mujer que los credos y las enseñanzas religiosas".

De la misma manera, el informe de la Reunión de Estrategias Globales para la Mujer contiene numerosas referencias al fundamentalismo y a la necesidad de contrarrestar sus supuestos ataques a los derechos de la mujer.

"Toda forma de fundamentalismo, sea político, religioso o cultural, excluye a la mujer de normas de derechos humanos de aceptación internacional, y la convierten en blanco de violencia extrema. La eliminación de estas prácticas es preocupación de la comunidad internacional".

De otro lado, el informe de la reunión preparatoria a la Conferencia de Pekín organizada por el Consejo Europeo en febrero de 1995, incluye numerosos ataques a la religión:

"El surgimiento de toda forma de fundamentalismo religioso se considera como una especial amenaza al disfrute por parte de la mujer de sus derechos humanos y a su plena participación en la toma de decisiones a todo nivel en la sociedad".

"debe capacitarse a las mujeres mismas, y dárseles la oportunidad de determinar lo que sus culturas, religiones y costumbres significan para ellas".

Para el "feminismo de género", la religión es un invento humano y las religiones principales fueron inventadas por hombres para oprimir a las mujeres.

Por ello, las feministas radicales postulan la re-imagen de Dios como Sophia: Sabiduría femenina. En ese sentido, las "teólogas del feminismo de género" proponen descubrir y adorar no a Dios, sino a la Diosa. Por ejemplo, Carol Christ, autodenominada "teóloga feminista de género" afirma lo siguiente:

"Una mujer que se haga eco de la afirmación dramática de Ntosake Shange: ´Encontré a Dios en mí misma y la amé ferozmente´ está diciendo: ´El poder femenino es fuerte y creativo´. Está diciendo que el principio divino, el poder salvador y sustentador, está en ella misma y que ya no verá al hombre o a la figura masculina como salvador".

Igual de extrañas son las palabras de Elisabeth Schussler Fiorenza, otra "teóloga feminista de género" que niega de raíz la posibilidad de la Revelación, tal como se lee en la siguiente cita:

"Los textos bíblicos no son revelación de inspiración verbal ni principios doctrinales, sino formulaciones históricas Análogamente, la teoría feminista insiste en que todos los textos son producto de una cultura e historia patriarcal androcéntrica".

Además, Joanne Carlson Brown y Carole R. Bohn, también autodenominadas teólogas de la "escuela feminista de género", atacan directamente al cristianismo como propulsor del abuso infantil:

"El cristianismo es una teología abusiva que glorifica el sufrimiento. ¿Cabe asombrarse de que haya mucho abuso en la sociedad moderna, cuando la imagen teológica dominante de la cultura es el ´abuso divino del hijo´ - Dios Padre que exige y efectúa el sufrimiento y la muerte de su propio hijo? Si el cristianismo ha de ser liberador del oprimido, debe primero liberarse de esta teología".

Por todo ello, los dueños de la "nueva perspectiva" promueven el ataque frontal al cristianismo y a toda figura que lo represente. En 1994, Rhonde Copelon y Berta Esperanza Hernández elaboraron un folleto para una serie de sesiones de trabajo de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo del Cairo. El folleto atacaba directamente al Vaticano por oponerse a su agenda que entre otras cosas incluye los "derechos a la salud reproductiva" y por consecuencia al aborto.

" este reclamo de derechos humanos elementales confronta con la oposición de todo tipo de fundamentalistas religiosos, con el Vaticano como líder en la organización de oposición religiosa a la salud y a los derechos reproductivos, incluyendo hasta los servicios de planificación familiar".

Contrastantes con todas estas posturas de ataque y agresión a la religión, a la Iglesia, concretamente al Vaticano, son las posturas de la mayoría de mujeres del mundo que según el informe de O´Leary defienden sus tradiciones religiosas como la mejor de las protecciones de los derechos y la dignidad de la mujer. Mujeres católicas, evangélicas, ortodoxas y judías agradecen en particular, las enseñanzas de sus credos sobre el matrimonio, la familia, la sexualidad, y el respeto por la vida humana.

La Santa Sede por su parte, señaló en los meses previos a Pekín, el peligro de la tendencia en el texto planteado por la ONU, a dejar de lado el derecho de las mujeres a la libertad de conciencia y de religión en las instituciones educativas.

Conclusión

En palabras de Dale O´Leary, el "feminismo de género" es un sistema cerrado contra el cual no hay forma de argumentar. No puede apelarse a la naturaleza, ni a la razón, la experiencia, o las opiniones y deseos de mujeres verdaderas, porque según las "feministas de género" todo esto es "socialmente construido". No importa cuánta evidencia se acumule contra sus ideas; ellas continuarán insistiendo en que es simplemente prueba adicional de la conspiración patriarcal masiva en contra de la mujer.

Sin embargo, existen muchas personas que quizás por falta de información, aún no están al tanto de la nueva propuesta y de los peligrosos alcances de la misma. Vale la pena pues, conocer esta "perspectiva de género" que, según informaciones fidedignas, en la actualidad no sólo está tomando fuerza en los países desarrollados sino que al parecer, también ha empezado a filtrarse en nuestro medio. Basta revisar algunos materiales educativos difundidos no sólo en los colegios del país sino también en prestigiosas universidades.

Ahora bien, en Estados Unidos el "feminismo de género" ha logrado ubicarse en el centro de la corriente cultural norteamericana. Prestigiosas universidades y Colleges de los Estados Unidos difunden abiertamente esta perspectiva. Además, numerosas series televisivas norteamericanas hacen su parte difundiendo el siguiente mensaje: la identidad sexual puede "desconstruirse" y la masculinidad y femineidad no son más que "roles de géneros construidos socialmente".

Si tomamos en cuenta que el avance de las tecnologías ha logrado que dichos programas con toda la nueva "perspectiva de género" lleguen diariamente a los países en vías de desarrollo principalmente a través de la televisión por cable, sin descartar las muchos otros medios que existen en nuestro tiempo, esto nos pone ante un nuevo reto que debe ser enfrentado lo antes posible para evitar las graves consecuencias que ya está ocasionando en el Primer Mundo. Más aún cuando en palabras de O´Leary, la "desconstrucción" de la familia y el ataque a la religión, la tradición y los valores culturales que las "feministas de género" promueven en los países en desarrollo, afecta al mundo entero.